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miércoles, 28 de diciembre de 2016

Cracks en las Sombras: Michael Carrick y la sinfonía del silencio.

“Aprendamos a mostrar nuestra amistad por un hombre cuando está vivo y no después de su muerte.”
-          F. Scott Fitzgerald.

Soy una persona que trata de explicar todo con la precisión que considero necesaria y eficaz. No me gusta dar respuestas vacías o incompletas; soy ese tipo de persona que trata de que todo esté bien fundamentado. Pero cuando se trata de fútbol, hay una pregunta que impera por encima de la mayoría, portentosa e imponente entre una pequeña comitiva que le hace compañía: ¿Qué hace Michael Carrick?


Diez años. Diez temporadas han transcurrido desde que un mediocentro inglés de cara limpia, mirada ida que no delata sus pensamientos y de juego que hasta se puede caracterizar como sencillo dejó el blanco y negro del Tottenham para engalanarse la camisa (e histórica) camisa roja del Manchester United. ¿En verdad ha pasado tanto tiempo? El tiempo parece detenerse con Michael Carrick; el tiempo parece hasta tornarse secundario e impasible. Cada partido del nacido en Wallsend parece ser una repetición de lo que ha hecho en su carrera con la misma (buena) displicencia, ojos calculadores y capacidad para mirar ese pase que (casi) nadie puede ver. No es una inyección de adrenalina, pero es necesario. Ésta es una historia basada en un aspecto que domina cualquier otro: la dura y pura consistencia. Simple y llanamente. Y en estos párrafos vagos trataré de desmenuzar lo que ha hecho tan grande, exitoso y, por qué, infravalorado a este caballero de armadura roja.


Vamos a dejarlo en claro desde el principio: Carrick no es un futbolista vistoso. El graduado de la academia del West Ham no cuenta con la agresividad y corazón de un Vidic o un Keane; no tiene la clase imperial de un Scholes; no tiene el desborde asesino de un Giggs o un Cristiano; no tiene los goles de un Rooney o Van Nistelrooy; y no tiene la capacidad para lo increíble de un Cantona o incluso de un Zlatan. Pero, aun así, con el pasar de los años, su presencia se ha agrandado en Old Trafford y hoy en día es una parte esencial, vital, del engranaje del United. Poco a poco, se ha convertido en un favorito de la afición del gigante inglés y todos sus compañeros se han deshecho en halagos para un individuo que, tras diez años como titular en Manchester fucking United tanto en las buenas como en las malas, todavía es desconocido para muchos observadores casuales del fútbol. Si algo ha insinuado con su juego y su comportamiento, es que el ruido de los espectadores y las luces de las cámaras no son lo suyo; Carrick construye desde el mediocampo posicionado en una red de sombras y silencio. Su genialidad consiste en la misma que un músico de orquesta: la capacidad de tocar piezas de altísima complejidad sin fallar en una nota y sin despeinarse hasta el punto en el que te engañan de que lo que hacen es simple. Eso es Michael: un disimulador de simpleza.


Dando sus primeros pasos en la academia del West Ham, el mediocentro ya daba de qué hablar en el equipo juvenil que ganó la FA Youth Cup en el ’99 junto a dos compañeros generacionales y talentosos como Joe Cole y un tal Frank Lampard. Tras unos préstamos en el Swindon Town y en el Birmingham –si alguien consigue fotos suyas en este equipo para agregar, se los agradecería- donde no jugaría más de ocho partidos en total, se asentaría en el nuevo milenio con los Hammers y disputaría casi ciento cincuenta partidos con los londinenses, sufriendo un descenso en la temporada 2002/03. Un duro golpe, pero otro aspecto clave en este personaje ha sido la habilidad de recibir derrotas deportivas y seguir adelante con una normalidad que algunos podrían calificar de indiferente, pero que en realidad denota un carácter notorio. Se quedó en el West Ham en el Championship, por entonces First Division, y contribuiría a su retorno entrando en el equipo del año del torneo en la campaña 2003/04.


Sus buenas actuaciones se verían recompensadas por un traspaso de 3.5 millones de libras al Tottenham Hotspurs, un club que distaba mucho en esos tiempos del gran equipo que es hoy en día y en el que Carrick pudo hacerse un nicho lo suficientemente cómodo para jugar un total de 75 partidos y entrar en la convocatoria inglesa de Sven Goran Eriksson para la Copa del Mundo en Alemania 2006. No jugó mucho y ésa sería la tónica durante su carrera internacional; la gran mayoría de sus entrenadores en la selección no le dieron las suficientes oportunidades, prefiriendo insistir con el doble pivote Steven Gerrard-Frank Lampard, padeciendo un destino similar al de su compañero de mediocampo en el United por casi una década, Paul Scholes. Curiosamente, un combo sí funcionó y otro no. ¿Pueden adivinar cuál es cuál?


De todas maneras, Sir Alex Ferguson había prestado atención a la trayectoria de Michael y se puso mano a las obras para contratarlo, dispensando dieciocho millones de libra en 2006, una cifra nada desdeñable para esos tiempos. Cuando llegó al Manchester United, el conceso general era que venía para sustituir al gran Roy Keane, quien se había marchado al Celtic de Glasgow seis meses antes. Pero la realidad es que Ferguson no pudo haberse conseguido un reemplazo más dispar que el inglés. Mientras que el otrora capitán irlandés era aguerrido, puro corazón, agresivo hasta llegar al punto de cruzar la línea legal en más de una ocasión y un líder que guiaba dejándose la piel en la cancha, Carrick era mesurado, frío, calculador y que ya tenía pensado dos o tres jugadas antes de recibir el balón. Dos tipos de liderazgos que son muy diferentes, pero igual de efectivos. Sir Alex reemplazó una canción de fuego con una de hielo, parafraseando a George R.R. Martin (sí, estoy viciado a Game of Thrones y A Song of Ice and Fire, demándenme).


Su carrera en el gigante de Manchester no ha tenido mucho altibajos o sucesos; ha sido, en líneas generales, de una consistencia y efectividad que muy pocas figuras del club (y de Inglaterra, me atrevería a decir) pueden rivalizar. Siendo sincero con el lector, mi apreciación de Michael aumentó considerablemente en sus últimos años cuando se erigió como uno de los líderes del equipo y le tocó tomar la batuta del mediocampo luego del retiro de mi jugador favorito, Paul Scholes, quien siempre lo ha elogiado y catalogado como “el mejor mediocentro con el que jugué” (grandes palabras que vienen de alguien que jugó con Nicky Butt, Roy Keane, Frank Lampard, Paul Ince y Steven Gerrard). Es más, me atrevería a decir que éstos son los años dorados de Carrick y donde su juego ha alcanzado su balance perfecto entre efectividad y madurez. Durante todos estos años, tres de los entrenadores más exitosos de la historia del deporte (Ferguson, Mourinho y Van Gaal) le han rendido pleitesía y reconocido su importancia para el buen funcionamiento; Van Gaal lo calificó como un “jugador-entrenador” y Mourinho dijo que le hubiera encantado dirigirlo a los 25 años para disfrutarlo en su plenitud. Incluso en esta temporada, con 35 años y habiendo coqueteado con su salida del club en el verano, el inglés ha sido imperativo para la racha positiva del United y el equipo no ha perdido en todos los partidos que ha iniciado. Esto último puede cambiar, claro, pero es un dato inexpugnable acerca de la validez de Michael en la cancha. Tal vez es por su capacidad de organizar y distribuir el juego de manera casi mecánica; tal vez sea que le da a Ander Herrera y Paul Pogba la libertad para jugar a sus anchas –como lo hizo para Scholes, Fletcher, Park y muchos otros en el pasado-; o tal vez sea su experiencia, ahora como un viejo zorro, que le da una ventaja en la cancha. Pero yo pienso que la mayor virtud de Carrick es mental; es su capacidad de mantenerse relajado y concentrado en los momentos de alta presión, donde la sangre está ardiendo en el apogeo de la batalla, donde realmente entendemos por qué ha sido tan importante para los mejores momentos del club en los últimos años.

El mundo entero podría estar ardiendo y él estaría caminando entre las llamas, meditando qué haría ahora. Se los garantizo.

Michael Carrick no va a inspirar poesías a los amantes del fútbol mundial. Nadie va a hablar acerca de su trayectoria, logros y calidad de la misma forma que otros grandes del deporte porque no hace golazos de larga distancia como Scholes, no evade a los rivales como Maradona y no tiene la potencia e histrionismo de un Patrick Vieira, por dar algunos ejemplos. Nadie va a rendirle culto a su figura, que es una de las menos egocéntricas y una de las más desinteresadas en el fútbol inglés. Carrick probablemente sea un jugador aburrido; un compilatorio de jugadas del exWest Ham debe estar entre las cosas más aburridas de Youtube. Demonios, hasta su actividad en redes sociales es aburridamente correcta y nunca se le escapa una frase polémica o fuera de lugar. Pero, ¿saben qué? Eso a él no le importa. Lo de Michael Carrick es hacer funcionar al equipo. A él no le importa que hablen de él o que entre en el equipo del año de la Premier, la Champions o cualquier otro torneo. Le vale una mierda que un niño rata en una red social coloque una foto suya diciendo “L MEYOR MEDIOCMPSTA DL MUNDO!!!”. Él no juega para su gloria personal. Lo suyo es hacer que el equipo funcione y, por ende, que el equipo esté más cerca del triunfo; en eso ha basado su carrera y eso le ha traído muchos éxitos. Lo ha hecho a su manera.



Y les voy a decir algo: va a hacer mucha falta cuando se haya ido.

El partido termina, el United ha ganado y Michael se retira a las sombras, donde puede estar tranquilo y donde puede dirigir la orquesta de Manchester como el mejor conductor que se podía pedir. ¿Por qué? Porque ha estado ahí y sabe lo que se debe hacer. No se necesitan florituras ni vanagloriarse; sólo hacer lo necesario. El silencio es la mejor sinfonía de Michael Carrick.

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miércoles, 21 de diciembre de 2016

Zona Cafetera: ¿Fracaso o aprendizaje de Nacional en el Mundial de Clubes?

Este artículo es de la autoría de Yeison Plazas, como todos en esta categoría.

"Yo no soy más que un mendigo de buen fútbol. Voy por el mundo, sombrero en mano, y en los estadios suplico una linda jugadita por amor de Dios. Y cuando el buen fútbol ocurre, agradezco el milagro sin que me importe un rábano cuál es el club o el país que me lo ofrece."
- Eduardo Galeano.

Y empiezo con esta frase para este post. ¿Qué importa admirar al rival a “muerte” si te ofrece buen fútbol para deleitar la vista? Eso ofrece Atlético Nacional: tienen un juego vistoso, es de esos equipos que me gustan por su forma de jugar, atacan sin piedad, no dejan respirar al rival y por momentos tienen unas ráfagas las cuales son muy difíciles de controlar.

Nacional siempre será ese rival a vencer y creo que para Hernán Torres, como lo fue en sus inicios para Sir Alex Fergusson donde su reto principal era desterrar y aniquilar al gran Liverpool de los 80s y lo consiguió, los Diablos Rojos de Cali deben preparase para vencer este hueso duro de roer, pero en otra ocasión miraremos esto; por ahora, a lo actual: ¿Nacional fracasó en el Mundial de Clubes?


Para mí no. Sí, señores, lo reconozco: después de días donde vacilé a sus hinchas por perder con el Kashima, estos japoneses supieron herir el “ego” del seguidor verde porque todos creíamos que sería un rival de trámite y el partido de la vida era contra el Real Madrid. Pero no, el fútbol da sorpresas y eso es lo maravilloso de este juego donde no valen camisetas, sino 11 gladiadores defendiendo sus colores de igual a igual.

Hay que analizar varios puntos: uno de ellos es la prensa. ¿Los inflaron? Este fue un problema. Los medios locales daban incluso por ganador del torneo sin jugar ante el Real, al igual que exfutbolistas como el “Patrón” Bermudez, o Faustino Asprilla, ahora en el rol del periodismo.

Y ese ha sido un mal del fútbol colombiano. Hay que recordar en 1994, la selección colombiana era la favorita para llevarse ese Mundial y sabemos qué pasó al final. Casualmente, un señor comiéndome una pizza -además era un completo desconocido- me recordó algo doloroso; es más, él ni sabía que era hincha del América y me dijo lo siguiente: “A Nacional esta mañana le pasó lo mismo que al gran América de los 80s donde se le quemaba el pan en la puerta del horno, eran grandiosos como los verdolagas, pero algunas veces subestimaban rivales, no concretaban las que eran y por eso no ganaron esa Libertadores”.


Bueno la diferencia (y muy notoria) es que Nacional es que sí ganó la Libertadores pero entonces, ¿será que en el ADN del fútbol de nuestro país está probar la gloria antes de ganarla y luego salir con un chorro de babas? Y luego tragarnos todo ese orgullo y volver con el rabo entre las piernas.

En Colombia nadie hablaba del Kashima. Reinaldo Rueda se refirió a ellos escasamente días antes en la rueda de prensa, se decía solamente de cómo “controlar a Cristiano Ronaldo”, si el ataque del Real era mejor que el de Nacional, fotos en el avión, la farándula decía que los jugadores verdolagas no podían entrar en algunos sitios por tener tatuajes. En fin, un show mediático que no sirvió de nada.

Es momento de romper con ese mal. No es solo de creerse el cuento de que se es el mejor, sino demostrarlo y Nacional lo tiene todo: directivos serios, un plantel fuerte, unas divisiones menores sólidas, un PROCESO y eso es lo más destacado: un emporio económico aunque a veces discutido porque patrocinaba la liga.

Pero, hablando del juego como tal, Nacional tuvo muchas opciones para aniquilar al Kashima. Por momentos su fútbol reluciente hacia entrever que los verdes se iban ir con una gran diferencia de goles antes de acabar el primer tiempo, pero no concretaron. Berrio tuvo dos palos, Borja no estuvo fino, el “Lobo” Guerra junto con Macnelly eran desequilibrantes.


Los japoneses, fieles a su estilo, ordenados pero rápidos en el contragolpe, dieron el batacazo, eso sin nombrar el discutido penal, donde el uso de la tecnología favoreció al equipo nipón. Un tres por cero escandaloso, algo bochornoso, pero si uno mira el trámite del juego, Nacional mereció más.

Luego de este escándalo, el ruido de las redes sociales y en un partido con menos presión, contra América de México, Nacional jugó más liberado. Eso me gusta más de estos juegos donde no se juega “nada”, porque uno puede percibir mejor las cualidades y estilos de juego.

Y Nacional tuvo treinta minutos gloriosos, dos goles tempraneros, fiel a su estilo, donde uno decía que éste si es el verde que vi todo el año, pero volvió el fantasma y sin desmeritar a las águilas empatan el juego.

Se van a definición de penales y en esta lotería gana Nacional un merecido tercer lugar y eso es bueno. El hincha de Nacional es consciente que fue una gran temporada, de ensueño, dos finales a nivel internacional, donde posiblemente si no hubiese pasado la tragedia del Chapecoense, podrían haber ganado dos títulos continentales en un año.


En el torneo local se pasearon a todos los equipos de la liga colombiana; eso sí, con sus limitaciones con tanto compromiso, pero aun así demostraron que no hay excusas y que como es en Europa se puede apuntar por los dos frentes.

El hincha verde debe sentirse orgulloso; tienen con qué, pero deberían tomar esto como un aprendizaje: pueden volar más alto, aspirar más, codearse con los grandes de Latinoamérica e incluso con los de Europa, pero con los pies en la tierra, no ensillar el caballo antes de montarlo.

Por último, Nacional: los esperamos en el Pascual o en el Atanasio, que se vengan con todo, quiero que los clásicos se repitan y ver un gran juego, una lucha de titanes; miedo no se les tiene, pero sí respeto por lo bien hecho durante estos años.

La hora de la verdad está cerca y hay que armarse con todo.

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viernes, 16 de diciembre de 2016

Así lo veo, Ken: Análisis de los 8vos de Champions

“Pero la verdad de todas las predicciones siempre está en tus manos.”
-          Iron Maiden, Die With Your Boots On.

Los octavos de la UEFA Champions League ya han sido sorteados y un servidor los espera de manera casi religiosa, como todos los años. A pesar de que el torneo internacional, a mi criterio, ha perdido suspenso y emoción por el hecho de que casi todos los años vemos a la trinidad Bayern-Madrid-Barcelona en las semifinales, con ellos repartiéndose el título desde el 2013, aún me emociono al ver estos partidos. La UEFA Champions League es, probablemente, el torneo más competitivo de este deporte y ver a una infinidad de cracks enfrentándose, por más predecible que puedan ser los resultados, todavía ostenta un cierto grado de encanto. O tal vez simplemente me he acostumbrado, ¿verdad? Preguntas, preguntas.

Así que en esta ocasión, para celebrar mi regreso a la actividad blogger, he decidido ofrecer un análisis conciso de todos los partidos y opinar sobre cuáles equipos veo mejor preparados para pasar. ¿Empezamos? Empezamos.

Manchester City – Mónaco:

Leí por Twitter a algunos hinchas del Manchester City sintiéndose bastante felices por tener a los monegascos como sus rivales, pero la realidad es que la confianza puede ser algo muy malo para los ingleses. Protagonistas en una ocasión en nuestro blog, los galos han sabido erigirse en esta campaña como el equipo más goleador en las grandes ligas europeas con más de cincuenta (sí, leyeron bien) goles en poco más de una quincena de partidos ligueros, promediando tres anotaciones por partido. Muchas personas hablan de Radamel Falcao como su principal figura –más que todo por su ascendencia internacional, creo yo- y por su retorno de forma, pero, si yo fuera hincha del City –y créanme que no busco ese martirio-, me preocuparía de un atacante vertiginoso como Lemar, un mediocentro bestial como Bakayoko, un central con mucho liderazgo como el polaco Glik y un Fabinho que se ha convertido en uno de los mejores mediocentros defensivos del negocio en esta campaña. En fin, me estoy repitiendo a mí mismo; pueden revisar el artículo y verán una opinión mucho más profundizada de mi parte con este equipo.

Por el otro lado, el City está pasando, en el día de hoy, por un proceso de transición por parte de sus jugadores y de su entrenador, Pep Guardiola. El club de Manchester tuvo un gran inicio de campaña pero, así como los rivales se adaptaron a jugar contra ellos, el equipo no ha mostrado una capacidad para imponerse de manera consistente desde entonces. Guardiola se ha topado con el mayor reto de su carrera hasta el momento y se halla en una situación desconocida para él: descubrir que el camino no es recto y que elementos como su preparación en lo defensivo, el abuso de salir jugando o la falta de cambio de ritmo, deben ser trabajados con mayor detenimiento. El City cuenta con un mayor abanico de opciones que los monegascos para sobreponerse a su rival pero Leonardo Jardim es un entrenador muy capaz, que ya tiene experiencia eliminando equipos ingleses –recuerden el partidazo de su Mónaco en el Emirates contra el Arsenal en el 2015- y ha sabido añadir un gran poder ofensivo a una defensa sólida.

Ganador: Mónaco.

Barcelona – PSG:

Se han enfrentado tantas veces que ha perdido la gracia, si les soy sincero. De todas maneras, este partido los halla actualmente a ambos en una situación poco familiar: la de la absoluta irregularidad. Tanto el Barcelona como el Paris Saint Germain no han terminado de encontrar la ansiada consistencia esta temporada y eso ha hecho estragos en sus resultados en la liga, por lo que hoy en día están peleando desde atrás por dicho campeonato cuando normalmente suelen estar de primeros en estas fechas.

De todas maneras, pienso que la calidad de los jugadores del club catalán es superior a la de los parisinos y que la experiencia de los Messi, Iniesta, Mascherano o Piqué, más la impronta de un Suárez, Neymar o Arda, se va a imponer sobre un PSG de Emery en el que sus fichajes no han cuajado, sus tácticas no terminan de funcionar y donde se han fraguado muchos problemas de vestuario que, a la larga, nunca terminan bien.

Ganador: Barcelona.

Leicester City – Sevilla:

Posiblemente, la gran sorpresa del fútbol mundial contra una de las nuevas sorpresas del fútbol español. El Leicester y el Sevilla se enfrentan en uno de los mejores partidos de los 8vos, a mi parecer, con dos estilos de juego muy contradictorios –más de eso en otro partido- y con la ilusión de trascender más allá de sus propios sueños. Para estos dos clubes no hay límites.

El Leicester ha hecho una campaña soberbia de Champions y todos debemos reconocer eso; han sabido adaptarse a la competición y obtener los resultados, dejando de lado ese último partido que perdieron 5-0 contra el Porto cuando ya estaban clasificados y jugaban con la reserva. Pero también es cierto que en un grupo con un Porto venido a menos, un Copenhague y un Brujas, el cuadro inglés no tenía rivales de gran envergadura. Por el otro lado, el club de Nervión se las vio con la Juventus y el Lyon en la fase de grupos y Jorge Sampaoli ha sabido liderar un equipo que ha pasado por otro periodo de transición en el mercado y donde jugadores como Nasri, N’Zonzi, Vazquez y Ben Yedder se han mostrado como nuevos estandartes del club y han logrado conseguir resultados a base de buen juego y, en muchas otras ocasiones, sacando victorias a base de enjundia y corazón.

En su esencia más básica, dejando de lado que uno juega de manera más preciosista (Sevilla) y que otro prefiere el contragolpe (Leicester), estos dos equipos se asemejan mucho en su actitud imperecedera y en dejarlo todo en la cancha. Y mi mente me pide que diga Sevilla por disponer de una mejor plantilla y de un entrenador vanguardista que tiene varios trucos bajo su manga, pero el Leicester me ha callado la boca muchas veces este último año, como último ejemplo esa masacre al Manchester City. Tienen el talento de un equipo de tercera división y el corazón de unos campeones.

Ganador: Leicester City.

Porto – Juventus:

El Porto se ha convertido en la definición misma de “época de vacas flacas”. La entidad portuguesa actual dista mucho de aquel gran equipo de Jesualdo Ferreira del 2006 con Quaresma, Lucho González, Pepe, Lisandro López, etc., o el equipo de Lopetegui con Casemiro, Alex Sandro, Jackson Martínez o Bruno Martins Indi, ahora disponiendo de jugadores de menor envergadura y sin el mismo ímpetu o lustro. Por el otro lado, la Juventus se ha cansado de tanto ganar en la Serie A y, todavía herida en el orgullo por la final en Berlín en el 2015, ha decidido poner todos los huevos en la canasta de la “Orejona”. Y así han llegado los Higuaín, Pjanic y Dani Alves (este último lesionado) para otorgarle al campeón italiano el suficiente peso para lograr su tan deseada tercera Champions.

Siendo honesto, éste me parece el partido más desigual de todos los 8vos: la Juventus simplemente tiene mejor equipo, más tiempo de trabajo con Allegri y cuenta con la siempre magnifica habilidad de obtener resultados jugando mal, tal como hemos podido atestiguar esta temporada donde no han necesitado brillar para estar de líderes en la Serie A y en su grupo de Champions.

Ganador: Juventus.

Real Madrid – Napoli:

El Napoli es un equipo que, en un buen día, me encanta ver jugar: su fútbol es artístico, agresivo y con el suficiente vértigo para mantenerte en el borde de tu asiento. Mi admiración por Hamsik está más que registrada y jugadores como Mertens, Callejón o Insigne, apoyados por jóvenes como Zielinski o Diawara en la contención, son capaces de decidir partidos. Aunado a eso, Sarri es uno de los entrenadores más en boga en el fútbol italiano actualmente y no me sorprendería que en el futuro pase a un equipo más grande e incluso dirija a la selección nacional. Entonces, ¿por qué sé que perderán por la mínima, sin pena ni gloria?

El Madrid de Zidane puede ser y ha sido calificado de muchas cosas, pero yo lo veo como un equipo donde se ha descartado el buen juego en pro de conseguir los resultados (que se han conseguido) y en cuanto éstos se pierdan, poco más quedará. Es un equipo que gana, así sea por la mínima con un gol en el último minuto o en un partido aburridísimo contra un rival de menor nivel, y que no tiene escrúpulos en el cómo. El crédito de Zidane radica en haberles inyectado a sus jugadores esa fe de que pueden jugar pobremente y aun así ganar. Eso tiene mérito, por supuesto: Di Matteo ganó una Champions así. Y el francés sigue en la línea del italiano en ese sentido.

Honestamente puedo ver al Napoli haciendo dos muy buenos partidos y perder ambos dos a cero por las individualidades del Madrid. De todas maneras, un duelo de mediocentros como el de Hamsik contra Modric es algo que se ve muy pocas veces en el mundo del fútbol y ésas cosas hay que disfrutarlas.

Ganador: Real Madrid.

Arsenal – Bayern Múnich:

Vaya, al Arsenal no se le da, ¿eh? Los londinenses, indiferentemente de su posición, siempre encuentran la manera de toparse con los rivales más complicados en sus 8vos de Champions. Creo que el Emirates fue construido encima de un cementerio indio o algo así. Es la única explicación lógica.

De todas maneras, hablar de la situación actual del Arsenal es repetir los mismos patrones de los últimos años: se les ha visto jugando bien, obteniendo resultados prometedores y disponiendo de grandes futbolistas, haciéndonos pensar que éste va a ser su año. Pero todos sabemos que no va a ser así, sea por un tema de juego, mental, o lo que sea. El Bayern ha padecido una transición un poco forzada al pasar de un entrenador tan obsesivo en los detalles como Guardiola a uno más simplista en sus ideas como Carletto; aunque los alemanes han recuperado un poco el rumbo en las últimas semanas, no auguran el mismo estigma indestructible y soberbio de la era Guardiola y con el italiano se han mostrado un poco más humanos, por así decirlo. No sé si les baste eso para ganar la Bundesliga contra el Leipzig o la misma Champions, pero creo que todos sabemos que les sobrará para eliminar a un Arsenal que se halla estancado en una rutina y que necesita ser sacudido para salir de la misma.

Ganador: Bayern Múnich.

Benfica – Borussia Dortmund:

Tiempo de una confesión: no he visto lo suficiente al Benfica para hacer un análisis concreto de su situación actual, así que todo lo que voy a decir está basado más en investigaciones y en opiniones de terceros, ¿está bien? ¿No lo está? Bueno, ¿entonces qué hacen aquí? Hey, ¿por qué tomas tu abrigo? ¡Vuelve que no me has pagado! ¡HEY!

Como iba diciendo, el cuadro portugués está de primero en su liga y en los últimos años ha producido una amplia gama de jugadores jóvenes en su cantera que les han servido bastante bien, siendo el último de sus ventas uno de los más llamativo, Renato Sanches. Es un equipo que gusta del buen juego y que trata de tratar bien al balón. Y ya conocemos el juego del equipo de Tüchel: han evolucionado de la máquina avasalladora y metalera de Klopp a un estilo más de posesión y progresista donde la tenencia de la pelota se ha vuelto el ideario principal del club. Este año Tüchel se ha reforzado con varios jugadores jóvenes como Démbelé, Emre Mor o Guerreiro, además del retorno de Götze y experimentados (aunque todavía jóvenes) como Schürrle y Bartra.

Ganador: Dortmund (por mi falta de conocimiento del Benfica).

Atlético – Leverkusen:

El otro gran choque de estilos de esta tanda de 8vos: las murallas defensivas del Atlético contra el imberbe ataque del Leverkusen. Y aunque la eliminatoria del 2015 fue cerrada y casi imposible de observar como espectador, un servidor augura dos partidos con muchos más goles y emociones. Tómenme la palabra en esto.

Aunque sea un poco pronto para hablar y las cosas pueden cambiar rápidamente, el Atlético podría estar entrando en los últimos meses de su ciclo con Simeone y el crepúsculo de esta era, gloriosa y llena de emociones (y decepciones), ha sido cuanto menos triste para quienes han sentido un poco de identificación con este proyecto. Los críticos más duros dicen que el entrenador argentino se ha quedado mentalmente en Milán y que ya no tiene la energía de otrora para impulsar a su equipo tras las dos finales de Champions perdidas; hay quienes dicen que se ha perdido la identidad del cuatrivote, la pelota parada y la solidez defensiva; y hay quienes, menos radicales en su discurso, dicen que a todo ciclo le llega su fin y no suele ser bonito. Y yo concuerdo con este último; pocos se acuerdan que el último año de Guardiola en el Barcelona consistió en solamente ganar una Copa del Rey y dejando un deterioro importante en el juego del Barcelona. Creo que el Atlético pasa por un momento similar donde las ideas como la motivación se han ido desgastando hasta su invariable final: Simeone dejando el Atlético al final de esta temporada.

Y en cuanto al Leverkusen, creo que debo reconocer que se han quedado lejos de mis predicciones al comienzo de la campaña. Los alemanes no han sabido arreglar sus deficiencias defensivas de temporadas pasadas y su juego se ha visto afectado por esos episodios de inconsistencia que les ha hecho perder partidos completos. Incluso contando con uno de los mayores caudales de talento joven en toda Europa, no han sabido entablar un rendimiento estable. Me atrevería a decir que pasaron la fase de grupos porque fueron menos inconsistentes que el Tottenham (y eso es mucho decir).

Puedo ver al Atlético sacando la casta de equipo veterano en estas competiciones y ganando sudando sangre.

Ganador: Atlético de Madrid.

Si concuerdan, no concuerdan o simplemente desean opinar acerca de cualquier detalle, los espero en la sección de comentarios.

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sábado, 10 de diciembre de 2016

Zona Cafetera: ¡Ascendimos!

Este artículo es de la autoría de Yeison Plazas, como todos en esta categoría.

“Un Penal nos llevó al Infierno, un mismo Penal nos llevó a la gloria”

En esta crónica no escribiré sobre cosas técnicas de fútbol. Será algo más personal acerca de cómo viví este anhelado ascenso, así que espero que le guste, querido lector.

Once de la noche. Terminal del Sur. La noche era helada, pero este lugar lleno de hinchas americanos como yo esperanzados de que el rojo ascendiera; en el corazón estaba mi padre: estaríamos lejos pero él desde la capital vería el encuentro decisivo de la mechita.

Un viaje largo, pasar por cada departamento del país, no poder dormir y una semana llena de tantas noticias negativas para el club. La barra principal Barón Rojo no podría entrar al estadio por una sanción y la presunta corrupción del Presidente del Quindío Hernando Ángel hacían que la expectativa fuera más fuerte.


Llegamos a Cali con mi compañero de viaje y nos sorprendimos: la ciudad completamente roja; eran más o menos las 9 de la mañana: descargar maletas, comer algo, y esperar las horas previas para el partido. Banderas, camisetas, la gente con un ambiente positivo. Era lo que se vivía en la Sultana del Valle, buses repletos de otras ciudades llegaban para presenciar lo que podría ser la culminación de cinco años de infierno.

Pasamos por el Cristo Rey, uno de los sitios emblemáticos de Cali, una vista hermosa desde el cerro se podía ver el Pascual Guerrero, simplemente precioso. Estando allí solté una oración para que nos bendijera y que esta oportunidad no se fuera.

Luego arribamos al Templo: la caldera o como la quieran llamar al mítico Pascual guerrero. La tribuna norte a reventar y todo el estadio con un mismo clamor; se coreaban canciones, y una de ellas me llamó la atención: ¡Volveremos, volveremos a la A porque la hinchada del rojo no la tiene nadie más!

En lo personal le tenía fastidio: cuatro años la coreé y me hice un compromiso personal de cantarla cuando se diera el ascenso, de resto no saldría de mi boca esta canción; solamente ondeaba mi bandera, la cual me la regalaron en el estadio.


Las viejas glorias aparecen, Falcioni, recorre todo el estadio, la algarabía, pitos, papel picado, reconocían lo grande que es el “Gato”. El gesto fue recíproco con un aplauso de parte de él a las tribunas. Pero, ¿cómo no demostrarle nuestro amor desde la tribuna si nos dio tanto?

Otra gloria aparece que, a mi parecer, ha sido el mejor jugador del fútbol colombiano en toda la historia, Willington Ortiz. Hace un llamado a la mesura y tener paz, a pesar del resultado, muy pertinente su pedido en un ambiente tenso.

Salen Julián Vásquez, El matador Julián Téllez junto con el gestor de todo, el Presidente Don Tulio Gómez, el Pascual corea “oe oe Tulio Tulio” aplausos y ya se acercaba la hora de la verdad de este partido tan importante en la historia americana.

Miro al cielo y hago una pequeña oración, la cual era que el Cali fuera una fiesta hoy y no mar de sangre y que se hiciera justicia porque fuimos durante todo el torneo uno de los mejores equipos.

Y los once gladiadores salen. Imponente esa bienvenida, tiras de papel, una salida clásica que recordaba las bienvenidas de antaño, humo rojo que tapo todo el estadio, simplemente así merecía que nuestros jugadores vieran nuestra expresión de amor y confianza.

Empieza el partido, CONFIANZA sentía que al pitar el árbitro estaríamos celebrando, los rojos desde el principio acosaron al Quindío: estos once salieron a devorarse la cancha, mientras el rival tenía como estrategia mantener el empate, sacar lento, tirarse al piso y quemar tiempo.

Analizando con detenimiento, en el mismo arco de “Aquel 19” centro de Lucu, y Tecla la para con el pecho y sin dejarla caer GOLAZO, de crack, muy parecido al de Lugo para sentenciar el primer campeonato del Rojo. Abrazos aquí y allá. Lágrimas de todos. Se estaba acabando esta tortura.


Pero, entonces, una jugada desafortunada. Tiro de esquina, autogol de Mosquera y domina un silencio sepulcral. Varios en la tribuna no pudieron contener el llanto. Este era el momento de alentar sin parar, así todito el estadio se repuso del golpe anímico y alentaron a nuestros jugadores.

Todo el estadio empezó a cantar JUGADORES TENEMOS LA CONFIANZA NOSOTROS EN LA TRIBUNA, USTEDES EN LA CANCHA, Norte, Occidental, Oriental, esta vez no hubo diferencias si se era de una barra, o si se era caleño, bogotano, nada importó: la hinchada se unió y en ese momento, ¡PENAL! Antes de acabarse el primer tiempo. Martínez Borja era el encargado de cobrar y, ¡Gol! Abrazos de todos. Éramos hermanos, es ahí donde el fútbol da lecciones: cuando nos unimos a una causa, las cosas se dan y los resultados llegan.

Se acaba el primer tiempo con la victoria en el bolsillo. Por un retraso y controles policiales nuestros hermanos del Disturbio Rojo de Bogotá no habían podido llegar, pero como su lema se hicieron presentes en todas las canchas, la fiesta se completó, colocar los trapos y sonaron los tambores en el segundo tiempo.

Nuestro timonel Hernán Torres salió con la intención de cerrar el partido. Pasaban los minutos y parecía eterno ese partido, por lo que le pregunto a un hincha cuánto falta. Cinco minutos, me dice. Cinco, por Dios, los más largos de mi vida.
Una jugada de esas de final épico Bejarano la saca de la línea, faltando poco para terminar, pero esta ya victoria era nuestra, la saca, luego un tiro de esquina y el árbitro Wilmar Roldan alza sus brazos y pita. ¡Se acabó la B!

Lloré cómo un niño pero esta vez de alegría. Lo primero que quería hacer era comunicarme con mi papá; él estaba en las mismas: compartimos palabras en medio del llanto y ahora si cantamos volveremos volveremos a la A porque la hinchada del rojo no la tiene nadie más, que parece que el Rojo se va de la B para nunca más volver, entre otras más.


Más pólvora y esto parecía un diciembre: alegría y caravanas, pero ante todo en paz. Después el viaje para Bogotá con hinchas del América, la fiesta continuó dentro del bus, tanta felicidad, incluso me pellizqué si esto era real porque ya era justo; estos cinco años de dolor debían terminar.

En la capital, la fiesta fue inigualable también y al otro día los periódicos relataban la hazaña. Uno que otro periodista debió retractarse por lo dicho semanas anteriores acerca de que el América no ascendería. Pero lo más esperado fue verme con mi padre y entregarle la bandera que me regalaron en el estadio, en señal de que esto se acabó y los mejores años volverán.

Nací un 27 y un 27 de noviembre el de arriba me regaló el ascenso y, como tengo acostumbrado al terminar mis artículos, ¡DALE ROJO DALE! Por siempre hasta que la vida diga no más.

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