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sábado, 23 de mayo de 2015

Nos volveremos a ver: Steven Gerrard.




Los partidos de fútbol entre dos equipos rivales no son partidos; son guerras interminables para determinar quién es el mejor entre los dos en una batalla sin parangón en la cual ninguno jamás admitirá su flaqueza o su inferioridad. Como hincha del Manchester United, no hay mayor partido para un servidor que un Manchester – Liverpool: los dos gigantes históricos del fútbol inglés siempre han ostentado partidos y luchas épicas en las cuales uno siempre ha llegado mejor que el otro, pero eso nunca ha parecido evitar que ambas escuadras den el todo por el todo hasta el último segundo. He vivido las victorias más poderosas y las derrotas más desoladoras contra los de Merseyside; pero todas y cada una de esas vivencias tienen un nombre en común: Steven Gerrard. O también conocido como el enemigo público número uno de todo aquel que se precie de ser un Diablo Rojo… pero la vida va más allá del blanco y negro; o de Anfield y Old Trafford, si lo prefieren. Cuando la rivalidad alcanza altísimas cuotas de competitividad y de pasión, muchas veces cruzamos la línea y menospreciamos al contrario cuando muchas veces es ese mismo adversario el que te ha llevado a ser quien eres hoy en día –se necesita de un buen némesis para volverse un gran individuo. Los seres humanos requerimos de oposición y contrariedad para crecer; es imperativo que tengamos en nuestras vidas a un individuo, ente u objeto que nos empuje a ser mejores con su deseo de vernos derrotados y rendidos. Sin un símbolo que represente lo que queremos superar, es difícil que uno se motive a continuar con el ímpetu requerido. Esta semana se acaba la época Steven Gerrard y, como estoy seguro que ya sabrán, han proliferado una infinidad de posts y artículos dedicados a la vida y obra del jugador más emblemático de la era moderna del Liverpool. Pero La Soledad del Nueve nació con la idea de ofrecer algo diferente a los amantes del fútbol y esta vez voy a dedicar este artículo a lo que Steven Gerrard fue para mí como hincha del United.

Como un neutral, como un mero amante del fútbol, Gerrard fue para quien suscribe un futbolista fenomenal y estratosférico. Steven era el concepto idílico del box to box británico: era un mediocampista capaz de defender con fiereza, atacar con una propiedad pasmosa, un chute a larga distancia espectacular, una zurda más que dúctil, buen cabezazo y un líder dentro de la cansa que no se escondía en las horas más oscuras. Era un jugador con la capacidad individual de sacar adelante al Liverpool en unos partidos y temporadas francamente pobres con la voluntad de once jugadores atrapados en el cuerpo de un ser humano promedio. Como un neutral, debo de decir que la leyenda del Liverpool siempre ostentó algo que valoro: el esfuerzo y la lealtad. Gerrard vivió el sueño que todo niño amante del fútbol ha añorado: vestir la camiseta de su equipo favorito y ser el líder, figura, e ídolo de todos los que eran como él. Hay quienes le achacan –hinchas del United en su mayoría, lo reconozco- el hecho de que nunca se atrevió a irse del Liverpool para conseguir más títulos en mejores plataformas deportivas, pero yo no concuerdo: hay una cierta nostalgia y respeto que se genera en mí al atisbar jugadores que no abandonaron a su club en las malas y se quedaron para sacarlos adelante. Gerrard se va en el ocaso de su carrera a la MLS posiblemente para asegurar su futuro y poder jugar sin la presión de tener que ser el héroe todos los miércoles y domingos –los Dioses del fútbol saben que ha pasado toda una carrera haciendo eso. Como acoté con anterioridad, Steven Gerrard es el mayor estandarte de la era moderna del Liverpool y tuvo el infortunio de surgir en una época en la que el club inglés iba doblegando su dictadura en Inglaterra y Europa a favor de equipos en ascenso como el Manchester, Arsenal, Manchester City y Chelsea. En los años en los que el Liverpool se vio abandonado y desolado, Gerrard aparecía como el único resquicio de luz en un cielo frío y negro.


Como hincha del Manchester, Gerrard era mi enemigo. El 8 del Liverpool era el mayor ejemplo de animosidad y era a quien yo quería ver derrotado; quería que Park y Carrick le arruinaran la existencia por 90 minutos. ¿Por qué, preguntan? Porque era el símbolo del Liverpool -nuestros rivales- y lo veíamos como ese gran obstáculo que debíamos superar para ser mejores –su derrota significaba nuestro triunfo. Para él era igual: sólo hay que ver cómo celebraba sus goles en Old Trafford besando la cámara y molestando a la hinchada de Stretford End. El año pasado, disfruté como pocos su resbalón contra el Chelsea que les costó su primera Premier League y cómo sus últimos partidos lo iban consumiendo de adentro hacia afuera, era la sublimación de todo lo que una vez habíamos esperado y que ahora se había vuelto realidad cuando el mayor ídolo y figura del némesis los condenaba a un año más en el ostracismo liguero. Muchos hinchas del United jamás podrán encontrar en sus seres algo de compasión o de empatía para las vicisitudes que Gerrard ha tenido que endurar desde aquel descenso estrepitoso de su equipo que comenzó en 2.009; pero es que los hinchas del Liverpool tampoco lo harían por Giggs, Scholes o Neville –tal es la naturaleza de la bestia. Liverpool y Manchester United están destinados a odiarse como instituciones deportivas y en el caso del United, Gerrard es el máximo exponente de la institución de Merseyside.


Pero yo no soy cualquier hincha del United y por más que haya gozado con su desgracia deportiva –siempre debe ser sólo deportiva-, puedo valorar los pros y los contras de la ilustre carrera de nuestro protagonista. Por un lado, está el batallador incansable, el que impulsó al Liverpool desde sus comienzos imberbes en el fútbol inglés para cosechar múltiples títulos y cuyas cualidades futbolísticas en el mediocampo eran, en su apogeo, segundas a muy, muy, pocos. Un bastión en el cual todos los jugadores e hinchas podían apoyarse para salir adelante como la legendaria final de la Champions en Estambul o la final de la FA Cup en el 2.005. Un ejemplo de cómo el fútbol debe ser jugado y siempre dispuesto a aportar algo en la cancha. Pero por el otro lado, estaba el jugador que muchas veces dejaba que sus emociones lo controlaran hasta desquiciarlo, como su roja hace unos meses contra el United donde pisoteó a Ander Herrera durando solo 90 segundos en la cancha; está el jugador que nunca se plantó para exigir más a sus compañeros y prefería hacer todo por su cuenta; está el jugador del seleccionado inglés que nunca, JAMÁS, supo adaptarse a un doble pivote con el que era su otra mitad futbolística, palabra de muchos iluminados del deporte, llamada Frank Lampard. Esto último es importante de resaltar: Gerrard se retira sin dejar nada importante a nivel internacional con su selección y siempre quedará el lamento de una generación brillante en potencial que se basó por años en el aporte de Lampard y su persona, pero siempre acababan vencidos por los Xavis de España, los Pirlos de Italia o los Schweinsteigers de Alemania. Como seguidor asiduo del fútbol inglés, he leído por años críticas al sistema de formación del país porque no tenían jugadores como los acotados mientras que Lampard y Gerrard no sabían ajustarse a un rol que no fuera el del alfa del mediocampo, soltando exclamaciones como: “¿¡POR QUÉ!? ¿Por qué no tenemos jugadores así?”. Y yo les digo esto a los ingleses: sí lo tuvieron. Pero dejaron que el pobre pelirrojo se pudriera en la banda izquierda y dejaron que se retirara del seleccionado en el 2.004. No diré más acerca de ese tema.


Más allá de los títulos, la carrera de Steven Gerrard es una consagración basada en trabajo y lealtad; es un ejemplo para todos los futbolistas que sólo piensan en dinero y en el corto plazo. En una sociedad donde todo lo que importa es el fin y no el medio, es refrescante apreciar a individuos como éste que agraciamos hoy puesto que ya casi no hay como él y están en peligro de extinción. No lo digo con envidia o pesar –el Manchester tuvo a uno así en Ryan Giggs y éste fue mucho mejor. Steven Gerrard fue un ídolo hasta el último día en Anfield y un enemigo en Old Trafford. Pero será extrañado también por los hinchas del Manchester. Es más, su marcha hace al United un poco más pobre. Caballeros que le van al United: se va GERRARD. ¿A quién vamos a insultar ahora? ¿Con quién nos vamos a meter? ¿De quién nos vamos a reír cuando pierdan? ¿De Sturridge? Sus pasos de baile son muy funkies y tienen estilo, pero no es lo mismo. Steven Gerrard hacía mejor al Manchester United: los desafiaba, los increpaba y los miraba a los ojos en temporadas en las que toda Europa temblaba al sonido de su nombre; fue el exponente de un club que siempre le ha amargado la existencia a los del United, pero que eran y son vitales para que este club pueda subsistir con la grandeza que lo caracteriza. No hay Manchester United sin el Liverpool y viceversa. Son intrínsecos para el éxito de ambos y con Gerrard se pierde a un elemento esencial para hacer de estos partidos y competiciones algo más. Cierto, tarde o temprano se iba a ir, pero eso no evita que no exista algo de tristeza al ver que no podremos vencerle una vez más. El hincha necesita eso: un rostro al cual desafiar.

Lo que quiero decir con este artículo es: gracias, Steven Gerrard. Gracias por haber anotado de tiro libre en Old Trafford para que buscáramos el partido en más de una ocasión, gracias por haber hecho competitivo al Liverpool cuando no lo eran para que así los partidos fueran más emocionantes, gracias por haberte resbalado y así privarlos de una victoria histórica. Pero, por sobre todas las cosas, gracias por haber sido del Liverpool y haber dado hasta la última gota por ese club; así disfrutábamos más con la victoria sobre ellos. Gracias, Gerrard. La pasamos muy bien.

sábado, 9 de mayo de 2015

Scouting: ¿Quién es Memphis Depay y qué le aporta al United?


Muy bien, ha sido una semana atareada para los ingleses: el partido Conservador ganó una vez más en las elecciones y fue oficializado el fichaje de Memphis Depay al Manchester United –como esto es un Blog de fútbol, nos enfocaremos en la segunda. Para los que nos mantenemos informados acerca del devenir del club británico, esta noticia no es más que una confirmación (necesaria, eso sí) de meses y meses de rumores que consiguieron su validez en los últimos días. Obviamente, por más buen jugador que sea el holandés –ahondaremos en la calidad de Memphis más adelante- está bastante claro que no es un individuo harto conocido para el gran espectro del fútbol mundial. Habiendo acotado eso, es razonable que muchos hinchas de los Diablos Rojos se hagan diferentes interrogantes acerca del ahora otrora extremo del PSV Eindhoven: ¿Quién es Memphis Depay y por qué el Manchester United, y Van Gaal, para ser preciso, han insistido tanto para contratarlo? ¿Qué puede aportar? ¿Cómo juega? ¿De qué juega? Un servidor no va a tratar de venderles a este jugador a mis lectores como el mayor fichaje del club desde Eric Cantona, pero sí puedo tratar, con la mayor erudición posible, de informales acerca de la más reciente incorporación de Van Gaal y mi opinión acerca de su futuro en el club.

Memphis Depay es un atacante holandés de apenas 21 años de edad que ha surgido de las inferiores del gigante de la Eredivisie, el PSV Eindhoven –con una pasantía en el Sparta Rotterdam antes de llegar al club-, y que es una de las principales promesas del fútbol europeo en la actualidad y tal vez el mayor prospecto de la Naranja Mecánica en estos tiempos. Aunque es cierto que es un jugador que aún es joven y que le falta mucho recorrido, cabe mencionar que Memphis ya tiene ciertos logros en su haber: apadrinado por el entonces seleccionador de Holanda y ahora técnico del Manchester United, Louis Van Gaal, Depay jugó en la Copa del Mundo en Brasil el año pasado con su selección y anotó dos goles, además de un despliegue de talento que hizo que más de un scout de un gigante europeo volteara la mirada al extremo de origen ghanés. En el verano posterior al Mundial, muchos clubes –principalmente el Tottenham Hotspur- quisieron hacerse con los servicios de Depay pero éste decidió quedarse un año más en el PSV para conseguir ese título de liga que tanto eludía al club desde hace seis años… y lo lograron con nuestro protagonista en plan estelar. Jugando desde la banda, Depay consiguió ser el máximo goleador de la liga con 21 tantos (27 en todas las competiciones) y liderar al equipo de Eindhoven para destronar a un Ajax que venía de ganar la liga cuatro años consecutivos –un logro para nada desdeñable si consideramos la progresión goleadora de Depay (desde su debut a los 17 años en 2.012 con el club, solo ha aumentado sus cifras) y la posición en la que juega.

Podría sentarme aquí, como muchos pseudo-periodistas y “conocedores”, e ilustrarles un sinfín de estadísticas y datos estériles para describirles el estilo de juego de nuestro protagonista pero, vamos, que ustedes quieren más que eso, ¿no? Depay es un extremo diestro que usualmente prefiere partir desde la banda izquierda para cortar hacia adentro y disparar con su pierna buena, aunque tampoco es un mindundis pegándole con la zurda. Físicamente, es sorprendentemente fornido si consideramos su velocidad y su edad (21 años) –un aspecto en el que se parece, salvando las distancias, a Cristiano Ronaldo. Es un jugador que gusta del regate, de encarar a su marcador en un mano a mano, de ir hacia el frente con potencia y que no teme terminar las jugadas él mismo –cosa que a veces puede resultar en jugadas brillantes o en gestos de egoísmo. Como podrán haberse percatado por las cifras acotadas, no es ajeno al gol y tampoco es incapaz de jugar como delantero pero, a mi criterio, no es una posición en la que se explote vertiginosidad y capacidad de hacer diagonales. Un aspecto que me llamó poderosamente la atención de Memphis durante los partidos que he visto es su técnica para cobrar los tiros libres: es un ejecutor excelso y más que notable para ejecutar la pelota parada, lo que prueba ser un activo notable para su equipo –cosa que se constató hace unas semanas con un golazo de tiro libre que le marcó al Heerenveen en la goleada 4-1 de su equipo para garantizar el título de liga.

¿Es Memphis Depay la solución para los problemas de juego que ha padecido el Manchester United esta temporada? Les responderé esa pregunta de manera clara y directa: NO. Las deficiencias del Manchester son producto de una plantilla descompensada en donde la defensa no genera confianza ni seguridad y donde se requiere de un mediocentro defensivo de buena visión a la Carrick, quien ya tiene 34 años de edad y está endurando un calvario de lesiones, para permitir que los de arriba puedan abastecerse de balones limpios y así atacar con más premura y propósito. Depay no es un mediocentro creativo en absoluto pero sí es un atacante que proveerá al United de mayor rapidez y efectividad de tres cuartos de cancha en adelante, además de suministrar una mayor variedad a un ataque que muchas veces, para no decir siempre, peca de predecible y repetitivo. Depay es un jugador vertiginoso, que ejecuta sus jugadas con una velocidad pasmosa y, en el aspecto mental, se le nota esa arrogancia, ese porte de jugador que se sabe que está un paso por delante de los demás, que ha hecho grandes a individuos como Maradona, Cantona, Figo, o en la actualidad, a jugadores como Cristiano Ronaldo, Eden Hazard o Zlatan Ibrahimovic. No estoy diciendo que Memphis esté al nivel de alguno de los mencionados –en absoluto-, pero lo acoto como un rasgo que falta en la personalidad del Manchester United hoy en día: confianza y esa determinación de ser el mejor. Memphis Depay no va a ser el salvador del Manchester puesto que sus problemas no pueden ser solucionados por un solo hombre… pero sí va a inyectar al equipo de la adrenalina que tanto se extraña de este gigante europeo y que tanto se necesita en el fútbol.

Si hacemos énfasis en el aspecto personal –que al final es imperativo para el desarrollo y evolución de un profesional, sin importar su oficio-, podemos decir que la historia de Memphis Depay explica muchas cosas acerca de él como individuo y el porqué de su dedicación casi insana para ser el mejor en lo que hace. Primero que nada, quiero decir que su apellido se pronuncia como se escribe, para mis lectores de habla hispana. Hijo único de un padre ghanés y madre holandesa, el joven Memphis tuvo que ver a la tierna edad de cuatro años cómo su padre los abandonaba a su mamá y a él; por este motivo es que usa su primer nombre en su camiseta y no “Depay”. Su madre se vincularía unos años después con otro hombre, pero eso sólo despertaría un instinto rebelde en su hijo a causa de las malas juntas de su nueva pareja. A pesar de todo, Memphis es muy apegado a su madre y se puede leer que recientemente le compró un Mercedes a su madre como agradecimiento por todo lo que había hecho. Forjado en los barrios y “ghettos” de Rotterdam, los problemas de rebeldía y carácter temperamental de Depay le causarían ciertas desavenencias con sus entrenadores y compañeros en las juveniles del Sparta hasta el punto en el que pensaron que el futuro extremo del United era “imposible de domar”. Por lo que he podido leer, fue en su traspaso a las inferiores del PSV donde encontró balance y en Philip Cocu a un maestro idílico para centrarse en lo que era lo más importante en su vida: el bendito fútbol. Y es que su mal carácter fue el principal obstáculo para su progresión, aunque de manera lenta pero segura ha ido controlando esas debilidades. Es un jugador cuyas fortalezas fueron erigidas durante los entrenamientos y el cuerpo técnico del PSV se ha deshecho en elogios para con él y han hecho referencias acerca de que es el último en irse de los entrenamientos, el que más se dedica y que siempre busca mejorar. Durante el Mundial del 2.014, jugadores como Robin Van Persie y Arjen Robben mencionaban que Memphis los buscaba a ellos para aprender sobre diferentes aspectos de su juego y así absorber la mayor cantidad de información posible.

Y es aquí donde la relación tan estrecha que ostentan Van Gaal y Depay se hace clara: diferentes periodistas holandeses han acotado que el juvenil holandés ve en el exentrenador del Bayern Múnich a una figura paterna y a un técnico que saca lo mejor de él; tal es su admiración por Van Gaal que el autor de la biografía del entrenador, Hugo Borst, mencionó en dicha obra que si Depay jugara seis meses seguidos en un equipo de Louis, “éste se pondría ‘Van Gaal’ en su camiseta”. Tendremos que ver eso, Hugo. Por eso se puede considerar el reencuentro entre ambos como el catalizador principal del arribo del extremo del PSV a Old Trafford, rechazando en el proceso un salario más voluminoso del Paris Saint Germain y tal vez un mayor protagonismo en el Liverpool (¿pero quién quiere jugar en el Liverpool, de todos modos?). Van Gaal es conocido por muchas cosas, pero una de las principales es por su manejo de jugadores jóvenes y al ser Depay alguien que ya está familiarizado con sus métodos de trabajo, sin mencionar que estará disponible para el equipo desde el comienzo de la temporada, podemos decir que Memphis tiene mucho a su favor para progresar en la tan dificultosa Premier League si mantiene la dedicación y la ambición que lo ha ido llevando en ascenso desde su juventud. Pero no todo es un camino de rosas: tanto Depay como los hinchas del United deben estar claros que rara vez un jugador de 21 años arriba a la Premier y la rompe, como dicen en Argentina. Todo jugador necesita un cierto periodo de adaptación y nadie sabe cuánto tiempo va a necesitar Depay, por lo que nadie debe asustarse o preocuparse si en las primeras semanas este joven jugador holandés no se come al mundo entero –el talento está ahí, pero sigue algo crudo y debe curtirse en el primer nivel para despuntar. Es una combinación de talento, dedicación, confianza y un poco de suerte lo que encumbra a los grandes jugadores –Depay tiene lo primero; hay que ver si tiene lo demás en Inglaterra.

El Manchester United y Louis Van Gaal han hecho una inversión a futuro con esta contratación. Que nadie lo malinterprete: Memphis Depay arriba a Inglaterra para trabajar y convertirse en una figura del fútbol mundial, pero no va a suceder de la noche a la mañana. Tal como leyendas del club como Nemanja Vidic, Cristiano Ronaldo, Roy Keane y un par más, Depay es una inversión que irá generando dividendos para el club a medida que éste vaya mejorando –pues les aseguro que todos los hinchas del United esperan que sea más como Vidic que como Jordi Cruyff. Es una contratación inteligente en muchos sentidos: al ficharse tan temprano en el mercado, el encargado de las negociaciones del club, Ed Woodward, se evita una saga en el verano; Van Gaal se vuelve a asociar con un jugador que conoce su metodología; el United vuelve a apostar por formar prospectos prometedores en vez de fichar jugadores hechos; y, por encima de todas las cosas, es un fichaje que suma positivos en una zona que requiere mejoras y Depay, si cumple con las expectativas que se tiene de él, podrá hacer desastres desde la banda izquierda. Al final del día, no hay nada que podamos decir o analizar del jugador hasta que toque su primer balón: ahí veremos si el joven nombrado como la ciudad está a la altura de las circunstancias. Es tu turno, Memphis. Como dice la canción: Walking in Memphis.

PD: mis disculpas por no haber subido ningún post la semana pasada; los estudios no me dejan ser estos días. Espero lo comprendan.