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sábado, 28 de febrero de 2015

Segundos para Recordar: El Colo-Colo del 2.006 y una moda que aún no se acaba.




Que la historia sólo recuerda a los ganadores es una máxima absoluta de la vida. La historia le pertenece a aquellos que supieron adjudicar su supremacía sobre el perdedor, quien quedaría olvidado en las postrimerías del mundo. Afortunadamente, los hinchas del fútbol no somos historiadores; muchas veces nos quedamos con esos equipos que nos alegraron el día, la semana e incluso el año con su fútbol y nos hicieron soñar con atisbar una grandeza impensada. En esta semana de La Soledad del Nueve, les presento Segundos para Recordar: una sección dedicada a esas escuadras olvidadas que estuvieron a punto de pisar el Olimpo del Fútbol, pero no capitalizaron sus oportunidades. Afortunadamente, algunos pocos recordamos a los olvidados. Debuta la sección con ese equipo de Colo-Colo de Chile que hizo soñar a todo su país y, ¿por qué no?, a algunos suramericanos que nos trasnochábamos para ver a unos jóvenes talentosos y salvajes como Matías Fernández, Alexis Sánchez o Arturo Vidal en la Copa Sudamericana de 2.006. ¿Les suenan esos nombres? No se lo pierdan.

"Caneo. Fernández. Sigue Fernández. ¡Sigue Fernández! ¡Qué jugada se mandó Fernández! ¡Ahhh bueno! ¡Ahhh bueno, tiene que ser gol, Suazo! ¡NOOOOOOOOOOO!”

Con ese relato de Sebastián Vignolo por la cadena Fox Sports que se nos quedó grabado a fuego en la mente de cientos de miles de jóvenes aficionados al fútbol en Suramérica, contemplábamos esa jugada marciana por parte de la nueva joya de nuestro lado del charco, el talentoso Matías Fernández de Colo-Colo de Chile, cuando éste se enfrentaba a Huachipato en la Copa Suramericana en 2.006. Posicionado más cerca de la banda izquierda desde su rol de enganche clásico –cómo hacen falta más de éstos hoy en día-, había ganado por físico a un defensor, había superado a otro adelantando el balón, había tirado un autopase para ganarle a otro y como cereza del pastel, como un pícaro guiño de un infante que aún amaba esto de la pelota con una inocencia intocable y que denotaba que lo jugaba para su propio disfrute, lanzó un pase de rabona para dejar servido el gol a un Humberto Suazo que no pudo finiquitar semejante ocasión de gol, al pegarle cerca de la arquería pero no con la precisión requerida. Esa jugada permanecerá en mi memoria como el mayor recuerdo de una generación que surgió desde las profundidades de Chile con el deseo imperante de marcar una diferencia, hacerse notar y dominar con un estilo que sólo unos cuantos grandes pueden permitirse.



Dirigidos por la leyenda argentina, Claudio Borghi, Colo-Colo entraba a la Copa Sudamericana de 2.006 como campeón del torneo apertura de 2.006 luego de una sequía de títulos de cuatro años. El “Bichi” Borghi, como se le apoda cariñosamente, había estructurado un plantel basado en talento juvenil y nacional en el que cual el juego colectivo, fluido y ofensivo era el estatuto predominante. El Colo-Colo entraba a la competición internacional con un panorama bastante negativo para los equipos chilenos puesto que hace más de una década que una escuadra de ese país no realizaba una labor importante en una competición de este talante, siendo la Copa Libertadores de 1.991 la última consecución de un título en esta palestra y esa gesta fue también lograda por “El Cacique”. En una competición donde estaba un Boca Juniors que era el rey absoluto de estos torneos internaciones desde casi media década, con un River Plate que siempre debe ser considerado favorito, además de gigantes brasileños como el Santos, Corinthians y un par más que se me escapan, el club chileno no pintaba como una gran amenaza. Pero el fútbol está lleno de sorpresas.

El fútbol desplegado por ese Colo-Colo en la segunda mitad de 2.006 fue una revelación y una bocanada de aire fresco en una Suramérica que clamaba por un equipo que reviviera ese idilio de este lado del charco con la velocidad, la gambeta y el amor por el atacar para pasar por encima al rival. No dudo que eso debiera a la impronta de un Borghi que inspiraba a su equipo a proponer en cada partido, pero también estoy seguro que se debía a la hirviente juventud de un plantel que estaba, en su gran mayoría, en el amanecer de sus carreras y querían hacerse grandes, como ese joven y beligerante músico de Rock que sólo desea tocar su instrumento para hacer el mayor ruido posible y dejar atónito al público. Y es que lo que simbolizó ese equipo fue a un plantel en plan ascendente para ser el mejor de América sin hacer concesiones y sin subyugar su estilo o visión para conseguirlo. Tenías el despliegue de un imberbe Arturo Vidal que apenas daba sus primeros pasos como el mediocampista total que sería a posteriori, un Alexis “Niño Maravilla” Sánchez que venía cedido del Udinese y que ya brillaba con su gran técnica individual y su vértigo a la hora de atacar, un Gonzalo Fierro que era potente y afilado por la banda derecha como carrilero, un Humberto “Chupete” Suazo que fue el máximo goleador del mundo en 2.006 según la IFFHS, un Arturo Sanhueza que movía los hilos del mediocampo y, por supuesto, un Matías Fernández que se había alzado como el jugador más talentoso de América y que era el mayor caudal de talento del equipo por esos años. Cabe mencionar que una figura importante del club como Jorge Valdivia había dejado la institución previo a ese torneo para irse al Palmeiras de Brasil. Bueno, es bastante seguro decir que el “Cacique” no lo extrañó mucho.



Luego de esa clasificación ajustada en la primera fase de la Sudamericana contra sus coetáneos de Huachipato, el equipo comenzaría a cuajar y a dominar sin misericordia en liga y en Copa. Eran la sensación; eran el equipo por el que uno ve las competiciones porque sabes que, pase lo que pase, la ibas a pasar de infarto. Una supremacía que estaba instaurada y en la que equipos como sus rivales de la Universidad de Chile no tenían recursos para contrarrestar. En ese 2.006 fueron el equipo más goleador de la historia de los torneos cortos en Chile con 157 goles y son el único club en ganar siete partidos consecutivos en una Copa Sudamericana. Pero ellos no eran números; eran fútbol. Fueron tan brillantes como efímeros; en esos seis meses lograron cautivar el corazón de toda una generación de niños que apenas estábamos empezando en esto del fútbol y no necesitábamos ver a Europa para encontrarnos con esos ídolos para imitar en la cancha que estaba cerca de nuestra casa. Un servidor tenía para admirar a un genio como Paul Scholes en Europa y a un crack ascendente como Arturo Vidal en América; a una figura de clase mundial como Ronaldinho y a un prospecto de un futuro de grandeza como Matías Fernández. Fueron el reflejo idóneo de una juventud que necesitaba ídolos más cerca de casa y no tener que ver la Champions League para contemplar talento. Siempre ha habido nivel en los clubes de Suramérica, pero pocos equipos pueden presumir de ser los estandartes de una generación. Éstos chilenos lo fueron.

 
Se deshicieron en la Sudamericana de equipos como Alajuelense de Costa Rica, Gimnasia de la Plata de Argentina o Toluca de México, el equipo chileno ganaba prestigio mientras que dominaban con facilidad en el torneo clausura de ese año. Ganaban, goleaban y gustaban. Eran el sueño que todo hincha tiene con su club, pero aún no estaba ganado el tornado –aún faltaba derrotar al Pachuca de México que también tenía sus fortalezas con jugadores de muy buen nivel como Aquivaldo Mosquera, Fausto Pinto, Christian Giménez, Damian Alvarez –un favorito personal de quien suscribe- o Andrés Chitiva, entre muchos otros. Eran un hueso duro de roer, pero las puertas del éxito y la gloria estaban enfrente de ese Colo-Colo que nos tenía extasiados a todos. Pero éste no es un deporte de respuestas fáciles o propiedad de la lógica.

Luego de un empate en México uno a uno, tocaba finiquitar la eliminatoria en Chile y todo parecía apuntar a un triunfo apoteósico de los del “Cacique”. Pachuca sólo había ganado una vez de visitante en el torneo y Colo-Colo era un local imponente, pero el plantel chileno era un tanto escueto y no hicieron muchas rotaciones entre ambos torneos, por lo que el equipo llegó cansado a esa última justa en el estadio El Nacional. De todas maneras, todo comenzó bien con ese gol de Humberto Suazo que parecía finiquitar todo para ese equipo de una generación marcada, pero Pachuca sacó ese espíritu combativo que tanto necesita un campeón y logró darle vuelta al asunto con goles de Caballero y luego de Giménez. Colo-Colo hizo lo que pudo con la energía de esos jugadores jóvenes que sentían que la primera gran oportunidad de ganar un título importante se les escapaba de las manos. Trataron y trataron, pero el árbitro pitó y no hubo vitoreo de victoria, alaridos de gloria o estruendosas celebraciones para los locales –sólo desazón, tristeza y la frustración tan comunes para todas las personas que hemos estado a punto de acariciar ese objetivo que tanto hemos añorado, pero que por cruenta jugada del destino se nos escapa en el último minuto. El rey se quedaba sin corona y tuvo que sentarse en el lodo para ver a otro coronarse enfrente de su persona. Tal ése es el azar del fútbol y, ¿por qué no decirlo?, de la vida.



Con esta entrada no busco victimizar a Colo-Colo o satanizar a Pachuca; los equipos demostraron inteligencia al defenderse en casa, se mostraron combativos en Chile y, con mucha ímpetu, lograron consagrarse como el único equipo mexicano en ganar un torneo internacional en Suramérica. No, no los crítico en absoluto. Sólo expongo el sentimiento que muchos experimentamos al ver cómo un equipazo, un genuino equipazo, no podía capitalizar algo por lo que tan espectacularmente habían luchado para solamente perder en la última intentona. No sé, tal vez soy un romántico y el mirar atrás tal vez me hace contemplar con más añoranza, pero, ¿acaso de eso no se trata el fútbol? ¿De soñar y sentirse encandilado con una jugada vertiginosa, un toque arrebatador o con un equipo que había surgido de la nada para sorprender a propios y a extraños? En unos tiempos donde las estadísticas, posesión del balón o triunfos parecen ser lo único válido, yo hago un humilde tributo que fue meramente el puntapié inicial y humilde de unos Alexis Sánchez y Arturo Vidal que se volverían de los mejores jugadores del mundo en Arsenal y Juventus, respectivamente, además de representar a la mejor generación de la historia del fútbol chileno en materia de Mundiales y revivir a ese país en este deporte. Obviamente saldrían a relucir algunos hinchas de la Universidad de Chile que gozarían con el sufrimiento de su rival, cosa que entiendo perfectamente porque yo lo haría estando en sus zapatos, pero lo realmente desdeñable fue el que algunos hinchas llamaran a este equipo “una moda”. Y permítanme decir: al demonio. Ellos fueron los partícipes de un nuevo comienzo; una nueva oportunidad para un fútbol chileno que se encontraba estancado y demostraron que a través del buen juego y de la juventud había un camino para atisbar alturas impensadas. Fueron un equipo que encarnaba los mejores aspectos de la juventud y el rostro abatido de Matías Fernández tras perder la final es el mejor momento para representar a esta escuadra: un cúmulo de jóvenes que soñaron y lucharon por ese sueño. Eso fue el Colo-Colo del 2.006: una moda que aún no se acaba.

sábado, 21 de febrero de 2015

Así lo veo, Ken: tiempo de espabilar, Louis.




Muchas veces solemos decir lo que pensamos en el momento equivocado en el lugar erróneo. Hay ocasiones en que las ideas y opiniones, contundentes o no, fluyen por tu mente con el imperante deseo de ser expresadas con la mayor beligerancia posible. Exclamarlas a los cuatro vientos, si lo prefieren. Bueno, no sé ustedes, mis queridos lectores, pero yo tiendo a tener muchas opiniones que me guardo de todos los temas que me apasionan y el fútbol no es diferente. En esta semana de La Soledad del Nueve, he creado la sección de Así lo Veo, Ken: un espacio en el que voy a redactar diferentes opiniones de tópicos que vagan por mi cabeza de manera incesante. Para el debut de la sección, mi perspectiva de la situación de Louis Van Gaal en el Manchester United, un pequeño análisis de sus tácticas y la no tan humilde opinión de quien suscribe acerca de qué alineaciones y jugadores son los más recomendables en base a lo que hemos visto esta temporada.

Si hay algo que proporciona Louis Van Gaal a un equipo de fútbol es el axioma de que no hay término medio en la opinión de su régimen. O lo amas o lo odias. O es blanco o es negro. O es Metallica o es Megadeth. Un entrenador tan brillante como divisor, pero cualquiera –Van Gaal incluido- sabe que eso es lo que consigues cuando lo contratas para tu club. La reputación de sus peculiaridades tácticas y carácter ultramente dominante lo preceden desde aquel triunfo histórico de la UEFA Champions League con el Ajax en 1.995 y desde entonces no han parado los incidentes y anécdotas, al igual que los éxitos. Más allá de sus dos pasos por el Barcelona –donde hizo más de un amigo y más de un enemigo-, los dos por la selección holandesa –el primero donde no clasificó al Mundial del 2.002 y el 2do donde fue el mejor entrenador en el de 2.014-, AZ Alkmaar y Bayern Múnich, fue en su llegada a Old Trafford donde encara el mayor reto de su carrera: restaurar al Manchester United a la gloria de antaño y convertirlo en el gigante inglés que ha sido tan temido y odiado a nivel mundial. Pero Louis se ha topado con muchos obstáculos desde su arribo: un equipo descompensado, jugadores que no han rendido al nivel exigido, problemas con la calidad defensiva, el más que remarcado desastre que ha sido el fichaje de Radamel Falcao y las tácticas del propio Van Gaal. Luego de todos estos sucesos, 150 millones de libras gastadas en materia de fichajes, los Diablos Rojos se encuentran cuartos en la Premier League con pocas posibilidades de ganarle la liga al líder Chelsea, en cuartos final de la FA Cup contra el Arsenal y eliminados de la Capital One luego de una debacle tempranera contra el equipo de tercera división inglesa, MK Dons, por cuatro a cero. Debido al catastrófico año que fue el régimen de David Moyes la temporada pasada, el Manchester acabó de séptimo y no están ninguna competición europea. Muchas han sido las variaciones en el planteamiento táctico durante la temporada, difíciles han sido de manejar las múltiples lesiones de los jugadores –más de sesenta en media temporada- y más complicado aún ha sido gestionar a unos jugadores que, la gran mayoría, han sido irregulares, por ser amables.



La realidad, enfocándonos en el tema meramente estético del fútbol, es que el equipo ha desplegado un fútbol realmente mediocre y que sólo ha mostrado unas breves lagunas de buen funcionamiento como fueron un par de triunfos contundentes contra entes como Queens Park Rangers, Hull City o Stoke City, que no son grandes oposiciones, siendo sinceros y con el respeto que estos equipos se merecen. Van Gaal ha enfatizo en sus ruedas de prensa acerca de la priorización del juego y se ha notado que ha, por lo menos, visionado un juego de posesión que luego desencadenaría en pequeñas, pero potentes, ráfagas de velocidad ofensiva para obtener la delantera y luego agotar al rival con dicha posesión para repetir el plan y así ganar la partida. Bueno, no ha sido así. Indiferentemente de jugar con una línea de tres o una línea de cuatro –que ha sido otras de las idiosincrasias del holandés en sus primeros meses en la institución-, el juego de posesión no ha sido efectivo desde el primer pase del arquero, David De Gea, a los centrales porque éstos no visualizan a un compañero claro puesto que el contención de turno, sea Michael Carrick o Daley Blind (o Wayne Rooney, como hizo contra el Burnley hace unas semanas), y en el caso de que lo visualicen, suele estar marcado y eso obliga a un pase hacia atrás. En el momento que el balón llega al mediocampo, los jugadores tienden a pasar el balón hacia atrás por temor a perder la posesión y los delanteros no consiguen el servicio para concretar oportunidades de gol, lo que obliga a reiniciar el proceso de construcción de juego –ésta ha sido, mis amigos, la temporada del United hasta ahora. ¿A qué se debe el problema del equipo en cuanto a pases ofensivos se refiere? Que los jugadores en mediocampo no poseen la capacidad de visionar los espacios para hacer un pase matador puesto que no está en sus características principales cuando consideras que el mediocampo ha consistido en la mayoría de los casos de jugadores como Blind, Di María, Rooney, Fellaini o Carrick. Los acotados son jugadores de carácter defensivo u ofensivo; no para la creación de juego y que tengan la capacidad de hacer un pase entrelíneas. Lo que nos lleva a Juan Mata y a Ander Herrera.




Como los dos únicos jugadores con la capacidad de liderar esta etapa tan crucial del equipo, uno pensaría que el binomio español sería el estandarte para esta misión pero tal no ha sido el caso. Esto es en parte justificable y en parte culpa de Van Gaal. El fichaje rutilante del Chelsea, Mata, es de una clase exquisita y capaz de servir a Falcao y a Van Persie con los balones para anotar, además de tener una capacidad goleadora nada desdeñable, pero posee la falencia de tener un físico poco resistente a la presión y a diferencia del equipo londinense donde estaba bien protegido por jugadores como Obi Mikel, Ramires o David Luiz, el español se ve muchas veces descuidado en el United y eso no le permite cumplir ese rol, por lo que Van Gaal lo ha dejado en el banco por ciertas etapas de la temporada. En el caso de Ander, la situación es algo compleja e injusta: no ha visto muchas oportunidades como titular, pero las seis ocasiones que ha empezado, ha hecho seis goles y cinco asistencias. Y eso es sólo en una base de estadísticas que poco aportan al fútbol; el juego de Ander en el once inicial ha proporcionado al equipo con mayor velocidad de tres cuartos de cancha en adelante, capacidad de recuperar –aunque no es su principal característica- y un rendimiento bastante regular, a diferencia de la gran mayoría del plantel. Pero Van Gaal parece estar empecinado en no poner al vasco con asiduidad –aunque hoy lo hizo en la derrota contra el Swansea- y sólo usarlo en momentos en los que no hay de otra o en partidos de FA Cup donde acaba salvándolo con goles vitales y de gran factura técnica



A la hora de hablar de esa línea fantasmagórica de pusilánimes individuos que el club llama defensa, simplemente hay que ver la foto de David De Gea –él es el la defensa del Manchester United con una temporada pletórica que lo ha encumbrado, a mi criterio, como el mejor arquero del mundo puesto que los Courtois, Neuers o Buffones del mundo no tienen que lidiar con defensores como los del United. Con la posibilidad de un retorno a Madrid con el “virus” del Real, como tan cariñosamente los apodó Sir Alex Ferguson, el futuro cercano del área defensiva del club se ve bastante negro. Defensores como Evans, Smalling, Blackett o Jones no han sabido cubrir las bajas de leyendas como Ferdinand, Vidic o Evra. Los laterales han cambiado de usuarios a causa de la variación de Van Gaal entre línea de cuatro y de tres, con Shaw y Valencia como los más asiduos con resultados mezclados, como es la costumbre esta temporada. Para el buen entendedor, ésta es obviamente el punto más débil de la plantilla y se ha visto muy seguido a pesar de haber concedido menos goles que la temporada pasada en este punto con Moyes. No estoy excusando en absoluto a Van Gaal; los problemas defensivos del United son enteramente su culpa puesto que no fichó a ningún defensor de clase mundial para liderar la zaga –Rojo ha sido un buen fichaje y ha rendido, pero no tiene los galones ni la calidad para ser un central de la talla de Jaap Stam o de Nemanja Vidic. La defensa se ha mostrado insegura, incapaz de salir a ras de piso con propiedad y jugadores como Evans o Blackett en particular se han visto particularmente desconcentrados en los partidos aunque éste último ha perdido protagonismo a causa de la recuperación de varios jugadores de lesiones y la aparición de un joven como Paddy McNair en la zaga que ha sido alternado en el área central y en el lateral derecho, que es otra posición donde se requiere refuerzos a causa de la pérdida de fe del holandés en Rafael y sólo tener en Antonio Valencia (un extremo por naturaleza) como una única opción en ese puesto y eso no es alentador. Ésta es el área donde Van Gaal ha tenido que ser más pragmático para controlar daños y el mal juego del United nace desde esta área donde David De Gea ha sido el principal baluarte con sus paradas y actuaciones de clase mundial, ya que los jugadores que están ahí no poseen la calidad suficiente y muestran tener cada uno diferentes falencias que acaban por acomplejar al equipo en diferentes etapas de los partidos. Están siendo fatales, a excepción de David “The Wall” De Gea. Pero pudieron haber sido peores.





Cuando en el último día del mercado de pases de verano se hizo saber del préstamo del Radamel Falcao al Manchester, todo el Planeta Fútbol estaba entusiasmado por comprobar cómo jugaría un equipo que contaba con una riqueza ofensiva sin parangón: Wayne Rooney, Robin Van Persie, Juan Mata, Ángel Di María, Adnan Januzaj y el propio Falcao. Era para hacerse agua a la boca. La realidad es que, exceptuando el arduo trabajo de Rooney y la más que aceptable cuota goleadora de Mata, el susodicho poderío ofensivo de los Diablos Rojos ha sido una decepción amarga y preocupante por diferentes motivos. A Wayne Rooney se le concedido la labor de conducir al equipo como capitán que es y le ha tocado llevar la “carga” de jugar de delantero, enganche, mediocentro y contención en múltiples partidos para ayudar al equipo, para lastimar su cuota goleadora y su rendimiento general, aunque ha cuajado nueve goles y tres asistencias. Ángel Di María fue una sensación en sus primeros partidos y demostraba ser esa figura ofensiva que podía servir a los delanteros con oportunidades y ha bajado muchísimo su nivel luego de una lesión y ser colocado fuera de posición como delantero en algunos partidos; pero lo más alarmante es su falta de físico para la Premier League y cómo su habilidad de leer los partidos para hacer el pase indicado o la jugada individual han decaído tanto que parece jugar por inercia y no con la inteligencia requerida –por ahora, no ha demostrado que vale lo que cuesta pero su calidad es indiscutible y es cuestión de agarrar ritmo en cuanto a actuaciones positivas se refiere. Lo de Mata ya fue explicado. El caso de Januzaj es delicado porque no ha jugado mucho en comparación al año pasado donde debutó y fue sensación; dicen algunos medios que Van Gaal lo quiere llevar de a poco pero creo que una cesión le hubiera venido bien porque en un sistema sin extremos y sobrepoblado de conductores (sus dos posiciones) no ha jugado mucho y se ha mostrado muy verde en los partidos en los que ha participado a causa de su pobre habilidad para tomar decisiones. Lo de Robin Van Persie esta temporada es como el del amigo alcohólico al que has tratado de ayudar a que se recupere varias veces: le das muchas oportunidades y parece ser que no le importa una mierda. A pesar de llevar diez goles esta temporada, se ha mostrado muy pobre en la participación, apático en cuanto al compromiso con sus compañeros y carente de esos momentos de genialidad que lo convirtieron en el histórico de la Premier League que es. Tal vez es un declive normal por la edad, pero pienso que es el que ya ha superado su fecha de vencimiento en el club y toca dejarlo ir cuando aún puede aportar un poco este año para irse de un modo algo digno.

Párrafo aparte merece el francamente desastroso paso de Radamel Falcao por el club. Plagado de lesiones en el comienzo, poca atención de Van Gaal para con él a mediados y un rendimiento malo, a falta de una mejor palabra, se puede decir que cuatro goles en diecinueve partidos es un saldo negativo para un delantero que arribó con la etiqueta de “clase mundial” y con un sueldo bastante voluminoso. Claro, Falcao tuvo una lesión bastante traumática pero si combinamos los partidos que tuvo en el Mónaco a comienzos de la temporada y los que ha tenido en el United, son más que suficientes para recuperar algo de la forma y el ritmo, así que un servidor piensa que eso no puede ser una excusa para quien fue para muchos el mejor delantero puro del mundo hace dos meros años. Pero mi decepción y crítica con el colombiano no es por su falta de gol; es porque se le ha visto débil protegiendo el balón, fácil de derribar, con un primer toque pobrísimo y carente de la técnica con la fabricó sendos goles con el Atlético de Madrid. Todas sus fortalezas de otrora parecieran haberse esfumado y sólo ha quedado su habilidad para hacer corridas inteligentes, pero eso es muy poco si tomamos en consideración lo que se espera de un delantero del Manchester United. No ayuda tampoco que su agente, el famoso Jorge Mendes, opine continuamente de su situación en el club y que fuentes cercanas al club aleguen su inconformidad con Van Gaal. El club monaguense espera que se paguen 43 millones de libras por él, pero a no ser que se renegocie esa cifra, no creo que el club pague esa cantidad por un delantero que no les ha generado dividendos futbolísticos y que está cercano a sus treinta años con fuertes problemas físicos. Para la eternidad del club quedará su mirada al ser sustituido contra el Preston North End en la FA Cup el lunes pasado. Tal vez sea la mayor decepción esta temporada.




A Van Gaal le toca espabilar. El período de luna de miel con los fans ha terminado y gracias a su derrota del día de hoy con el Swansea, el objetivo de llegar a la Champions está más complicado cuando rivales como Chelsea, Liverpool, Arsenal, City o Tottenham aún esperan su oportunidad para un duelo. Ya no hay tiempo para experimentaciones. El equipo ha pagado por su juego inerte y carente de penetración y confianza –resultados como aquel insólito y tristemente histórico 5 – 3 con el Leicester City son pruebas fidedignas de eso. El equipo sí ha mostrado resiliencia y espíritu de competición en los momentos más duros para poder conseguir puntos jugando muy mal, en contraste con la etapa Moyes donde los equipos se los merendaban a base semanal. Un servidor piensa que Louis ha dado con algunos puntos interesantes con el partido de hoy, pero haría un par de alteraciones. Aquí va:

De Gea

Valencia – Smalling – Rojo – Shaw

Blind

Di María – Mata – Herrera – Young

Rooney

Yo me quedaría con este once del Manchester United hasta el final de la temporada. La defensa es la mejor que se puede hacer con los jugadores que se posee y pienso que éstos cuatro son los que mejor manejo de balón tienen, con excepción de Valencia que es un “tapón”, sin ánimos de sonar despectivos, hasta que se fiche a un lateral de oficio en el puesto. Todos los jugadores seleccionados en el medio han mostrado una cierta regularidad e individuos como Young, Blind, Mata, Herrera o Di María permiten movilidad en el mediocampo, además de la capacidad de crear en el área rival. Herrera ha demostrado galones y creo que debe ser el creador principal del equipo, en conjugación con su excelente entendimiento con Mata. Young ha probado renacer con Van Gaal y es el mejor centrador del equipo por lo que debe ser titular para usar a Fellaini de recambio y último recurso cuando la cosa esté difícil para aprovechar su altura. Blind es el sucesor natural de Carrick y pienso que cuando gane físico, se va a notar más su presencia. Rooney es el mejor delantero de los que se tiene a disposición –además es el que posee mayor movilidad- y comenzaría a darle al joven James Wilson más oportunidades en la delantera puesto que un juvenil con ganas siempre va a poder más que un experimentado sin deseos de demostrar. Van Gaal ha llegado al punto más álgido de la temporada y aquí debe demostrar si tiene los cojones para sentar en la banca a un Van Persie en baja forma, si es capaz de dejar la posesión estéril para mayor claridad ofensiva, si puede organizar una defensa que hace aguas y si no deja que su ego se interponga en lo que es el mayor retO de su carrera. Credenciales tiene, sí, pero eso poco importa en el fútbol. Para los mandamases del club, quedar entre los cuatro primeros es imperativo para el futuro del proyecto del holandés y atraer mayor talento, además de ganar un título que ha eludido a la institución por años como es la FA Cup que sería un gran premio de consolidación luego de una temporada sin oportunidad de ganar la liga. Menos que eso… un rotundo fracaso, si consideramos el paupérrimo juego que se ha desplegado. La pelota está en tu cancha, Louis, y vas perdiendo uno a cero. ¿Vas a buscar la victoria o te vas a quedar pasándola de central a central?

martes, 17 de febrero de 2015

Fichajes Estrellados: Ibrahimovic al Barcelona.



El destino de uno no es siempre amable con lo que nos prepara y muchas veces se hacen ilusiones oníricas de un futuro que nunca se materializa. En esta semana de La Soledad del Nueve, les presento los Fichajes Estrellados: una sección dedicada a todos los fichajes que generaron una expectativa tremebunda y resultaron en una hecatombe de resultados decepcionantes e ilusiones oníricas transformadas en realidades infernales. Un espacio donde todos los hinchas podemos regocijarnos –o contornearnos- con el paso de un jugador que nos provocó uno que otro ataque de ira e insultos. Los Dioses del fútbol saben que yo he tenido más de uno con el pasar de los años.

"No tienes huevos, te cagas encima con Mourinho, puedes irte al infierno".

No importa que hablen bien o mal de ti; lo importante es que hablen. Cuando llegas al punto en el que nadie ni siquiera se molesta en mencionarte o en decir algo concerniente a ti, entonces, querido amigo, has llegado al punto de la intrascendencia. Te has convertido en un individuo estéril, olvidado y de una relevancia ínfima en el devenir de dicha persona. Y si son millones de personas a las que poco les importas, peor debe ser el caso. Digan lo que digan, todos los seres humanos tenemos un orgullo y un ego que alimentamos diariamente y que nos permite subsistir en este cruento mundo con cierto grado de dignidad. Si no, díganselo a Zlatan Ibrahimovic y a su fichaje por el Barcelona en 2.009.

El sueco a donde ha ido ha dejado su marca en el porvenir de su equipo. Desde sus comienzos imberbes en el Malmo hasta su idílico e imperial traspaso al Paris Saint Germain, Zlatan ha sabido erigir una carrera llena de triunfos, genialidades sin parangón y un compendio de goles estratosféricos que hasta los mejores jugadores del deporte deberían envidiar en sus momentos de debilidad. Es sin lugar a dudas uno de los mejores futbolistas que he podido agraciar con mis ojos y encarna virtudes que pocas veces he visto en mi vida. Yo dibujo un paralelismo del descendiente de yugoslavos con el francés Eric Cantona: ambos son/fueron jugadores de una técnica exquisita, una capacidad de definir partidos con una sola jugada inéditas y poseedores de un temperamento que los hacía tan especiales como volátiles y explosivos. Así como se habla de sus inicios explosivos en el Ajax de Ámsterdam donde construyó su reputación como una de las mayores promesas de Europa, también se habla de sus conflictos con su compañero Rafael Van der Vaart y cómo acabaron a los golpes un día. Se habla de su paso por el Calcio con los tres gigantes, Juventus, Inter y Milán, y de cómo se volvió uno de los mejores delanteros de todo el Siglo XXI con muy buenos números y con un despliegue de calidad únicos, pero también se habla de sus constantes diatribas con sus compañeros, con la prensa, su vida personal y sus encontronazos con sus entrenadores. Además de ser un futbolista único en su clase, es un adicto al caos y dueño de un carácter que lo ha hecho el mejor amigo de los tabloides a donde ha ido. Y luego está su paso por el Barcelona y su enemistad con el “filósofo”, Pep Guardiola.

Zlatan llegaba de una temporada fenomenal bajo las órdenes de José Mourinho, antónimo ideológico de Guardiola, en el Inter y donde había logrado consagrarse como, quizás, el mejor delantero centro del mundo. Guardiola, por el otro lado, había entrado a la historia del fútbol mundial con el Barcelona al conseguir un histórico triplete en la temporada anterior, la 2.008/09, con un Messi que ya se había convertido en el histriónico y seminal jugador que es hoy en día. El Barcelona pagaría 70 millones de Euros por el sueco, además de entregarle al club italiano a su atacante camerunés, Samuel Eto’o, luego de que éste hubiera cuajado la mejor temporada de su carrera con más de treinta goles en todas las competiciones y siendo un baluarte esencial en la consecución del triplete de Liga, Copa y Champions. Es bastante certero decir que hasta un crack como Zlatan tenía que cumplir con un estándar bastante alto y exigente en el Camp Nou porque tocaba superar una temporada insuperable. Como muchos fichajes astronómicos y de gran expectativa, éste parecía ser un matrimonio perfecto: el Barcelona de Pep hacía un énfasis en el toque, la técnica y la estética del juego, mientras que “Ibra” podía aportar juego aéreo, de espaldas al arco y con una técnica que le permitía hacer lo que a otros les era imposible. Parecía una complementación de elementos que no podía fallar cuando el Barcelona estaba tan bien armado con jugadores como Messi, Henry, Iniesta, Xavi, Yaya Touré, Puyol, y unos Dani Alves, Piqué o Busquets que vivían los mejores momentos de sus carreras. Eran tiempos prolíficos y de lisonjas en Cataluña y el delantero sólo iba a mejorar lo que ya era una maquinaria bien aceitada. Pero si todo en la vida fuera tan fácil, nadie se quejaría, ¿verdad? Verdad.


Y el comienzo de Ibrahimovic en la temporada 2.009/10 con el Barcelona fue, francamente, notable: en su debut en la Supercopa de España asistió a Messi para un gol y logró anotar en su debut en Liga contra el Sporting de Gijón. Pero, más allá de sus buenos números en la tabla de goleo, Zlatan demostraba que se pudo adaptar al juego del Barcelona y aunque no eran tan trepidantes como en la temporada pasada en lo que a velocidad de toques se refiere, el sueco supo usar sus recursos para mantenerse influyente. En la primera vuelta de la Liga, Zlatan no sólo hizo una buena cantidad de goles, sino que también hizo un cameo sobresaliente en su primer Clásico contra el Real Madrid al salir de suplente y anotar el gol solitario que significaría un triunfo vital contra un equipo madridista armado hasta los dientes con los recientemente fichados Cristiano Ronaldo, Ricardo Kaká, Karim Benzema y Xabi Alonso en un partido complejo y donde demostró a las primeras de cambio que podía rendir en los momentos importantes. A los ojos de los hinchas del club, de aquellos que amamos al fútbol y tal vez incluso de los jugadores –tal vez hasta el propio Ibra-, el nuevo fichaje estaba demostrando el nivel que se esperaba de él pero hubo dos personas que no estaban muy felices con esto: Pep Guardiola y Lionel Messi. Y ahí comenzaría la caída en desgracia de Zlatan en Barcelona y donde todo se estrellaría contra el muro de estigmas, paradigmas y conceptualizaciones que es la mente del ahora entrenador del Bayern.

Para entender los motivos de porqué el sueco perdió ascendencia en el equipo luego de la consecución del Mundial de Clubes en Diciembre –que simbolizó también un sextete histórico-, les recomiendo la biografía de Ibrahimovic, “Yo soy Zlatan”. Ahí hace énfasis en el devenir de su paso por el club azulgrana y explica cómo el astro argentino quería jugar en la segunda mitad de la temporada de delantero centro, lo que significó la suplencia del antiguo delantero del Malmo. Pero, más allá de la substitución por un Messi que alcanzaría su mayor nivel en esa posición –lo que demostró ser un cambio beneficioso para el equipo, siendo cándido-, el mayor problema de su cuasi desastrosa segunda vuelta con el Barcelona residió en las facetas ideológicas del jugador y del club, particularmente de Guardiola: Zlatan es un demente -en el buen sentido de la palabra- que necesita jugar libre y sin sentirse cuestionado por cada jugada que haga, mientras que el Barcelona es un gran esquema donde el histrionismo y visceralidad de un jugador que basa su estilo en la explosividad emocional y el típico “lo que le surja en el momento” colisionaba estrepitosamente. Se le podía ver en la cancha dejando de ser tan iracundo o apasionado como antes y ni siquiera hacía esos gestos arrogantes en las celebraciones que eran rasgos sempiternos de su peculiar personalidad. Parecía el fenómeno que siempre había sido, pero despojado de su esencia y eso, como a cualquier genio en cualquier ámbito, lo mató. Y ahí los goles, esos goles que tanto lo habían ayudado en los primeros momentos de bajón, comenzaron a esfumarse hacia el argentino que cada vez jugaba mejor y seguía mejorando como goleador. El club había gastado un dineral para hacerse con los servicios del jugador para dejarlo futbolísticamente constipado. Y además estaba el tema de su relación con Guardiola.


Debemos hacer énfasis en la relación entre estos dos individuos puesto que es el principal motivo de esa debacle que fue Ibrahimovic en el Barcelona: las personalidades de los dos eran y son tan diferentes que no podían siquiera mantener una conversación puesto que el catalán no querían confrontar a un jugador que representaba todas las características personales que no le gustaban en un jugador. Es más que consabido que el futbolista de la actualidad tiene un ego bastante considerable, pero cabe mencionar que con los entrenadores se puede aplicar el mismo axioma. Guardiola nunca le justificó a Zlatan los motivos de su suplencia y, a medida que las semanas pasaban, la relación entre ambos llegó a un punto de quiebre en el que el sueco prorrumpió de ira en el vestuario y soltó la frase que está en el comienzo de la entrada. E incluso ahí, Guardiola no quiso llegar a discutir con Ibrahimovic y es que el paso del delantero por el Barcelona no fue futbolísticamente malo –y más si miramos que hizo más de veinte goles y más de veinte asistencias jugando en un estilo que no le beneficiaba-, sino que fue pobremente manejado por un entrenador que, aunque muy exitoso, no tiene los pantalones para manipular temperamentos que no sean sumisos o gestionar jugadores que no sean de un cierto estilo. Tendría un par de buenos partidos en su segunda vuelta como aquel doblete en cuartos de final de Champions contra el Arsenal en el Emirates que acabaría dos a dos, pero ni siquiera eso había valido. Podría decirse que todo comenzó por Messi, pero incluso el propio delantero ha reconocido que no tiene nada contra la “Pulga” y que su único problema en el Camp Nou fue el filósofo. Luego llegaría una semifinal contra su ex equipo, el Inter, donde el cuadro catalán quedaría eliminado en un partido de vuelta ahora legendario y ahí el sueco pasaría inadvertido. De fichaje rutilante, bombástico y traído para marcar una época, un jugador caracterizado por sobresalir en cualquier ámbito era ahora un despojo de su antiguo ser al no encajar en un sistema en el que él necesitaba mayor libertad y no sentirse bloqueado.

 
Tal vez mi opinión es algo parcial porque no soy muy partidario del dogma “Guardioliano” y gusto mucho del fútbol del sueco, pero pienso yo que el paso de “Ibracadabra” por el Camp Nou no debe ser visto como un fracaso si nos enfocamos en temas meramente futbolísticos. ¿Por qué lo coloco en esta sección, preguntan? Porque uno no paga setenta millones de euros para traer a un jugador, ponerlo fuera de posición y luego dejarlo por fuera en los momentos más complicados como si fuera el canterano de turno. Ibrahimovic seguro que hace remembranza de su año en Barcelona con el pesar de haber sido el jugador idóneo en el momento erróneo; en otro momento, tal vez hubiera sido el obelisco principal de una época de dominación blaugrana. Es un fichaje estrellado porque ninguna de las dos partes pueden decir que sus existencias mejoraron con una unión donde temas como los dogmas, axiomas y visiones de un entrenador para crear un equipo de un estilo muy marcado no podían hacer entender a Ibrahimovic un juego en el que simplemente no encajaba. Se le fichó para que jugara a algo que no lo beneficiaba e hizo su mayor esfuerzo, pero no todo en esta vida es suficiente para el buen entendedor. De todas maneras, eso es sólo un lunar en la carrera de ambos: Ibra se fue al Milán donde recuperó su mejor y el Barcelona de Guardiola nos amargaría la existencia a todos los hinchas del United una vez más en una final de Champions ese mismo año. Una vez más, luego de haber sido olvidado y dado por muerto, Zlatan demostraría que era de los mejores y podemos decir que ha sabido sobrellevar ese único fracaso en su carrera que fue el Fútbol Club Barcelona. Pero todos sabemos que existe esa pequeña voz en su cabeza que dice “¿Qué tal si…?”. Todos la tenemos. Créanme. 

NOTA: me disculpo por la tardanza de esta entrada. Entre diferentes ocupaciones y problemas de internet, se me hizo imposible subirla. Espero comprendan mis motivos.