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miércoles, 18 de noviembre de 2015

Pasados Posibles: Nery Castillo, el hombre olvidado de México.



Uno de los motivos por el cual los intelectos superiores de La Soledad del Nueve, un ente de mente colectiva que trasciende la mera mortalidad humana, decidimos crear la categoría de Pasados Posibles es que pensábamos que habían muchas historias interesantes que podían ser contadas acerca de jugadores que prometieron tanto y al final del día se convirtieron en un manojo de sueños rotos y potenciales incumplidos. Hasta el momento hemos hablado de futbolistas que no lograron lo que se esperó de ellos por muchos motivos: falta de fortaleza mental, arrogancia, un mal entorno o por una mezcla de razones fuera de la cancha y falta de dedicación. Y así como ésos casos, hay muchos más que esperamos contarles en el futuro. Pero el que nos agracia hoy es una mezcolanza de todos los anteriores y se le suman componentes como la tragedia, los encontronazos, las malas elecciones y la realidad de que tal vez su declive fue por motivos de las ilusiones que se fraguaron a su alrededor. Muchos ya se han olvidado del una vez crack mexicano Nery Castillo; la gran mayoría de los de su país lo han hecho con gusto y los que no, aprovechan cada oportunidad para regodearse de su infortunio. Pero antes de que se desvirtuara la carrera de Castillo, estábamos hablando de tal vez el mayor talento que tuvo el país desde Hugo Sánchez –tal vez es hipérbole de mi parte- y un jugador que parecía predestinado a una carrera brillante. O como lo llamó un amigo mío una vez: el mejor jugador de la historia de México por diez partidos.


La figura de Nery Castillo siempre estuvo rodeada de complicaciones en lo que a su entorno se refiere desde sus comienzos. El atacante había nacido en México, pero sus padres eran uruguayos y se crio en dicho país e incluso inició su periplo futbolístico en las inferiores del Danubio, que es un equipo muy dado a la formación de talentos jóvenes en Uruguay. Ya en el 2000, con solo 16 años de edad, partió a Europa para jugar con el Olympiacos de Grecia –el equipo más grande de ese país- donde despuntaría y se haría notar. Cuenta la leyenda que hizo pruebas con el Manchester United, pero que nunca pudo conseguir el permiso de trabajo para ejercer la profesión en Inglaterra –cosa muy irónica considerando hechos posteriores y lo que pudo haber significado la enseñanza de Sir Alex Ferguson. Luego de un par de temporadas en las que no jugó mucho por su corta edad, se asentó como uno de los mejores jugadores del equipo y un favorito de la intensa afición griega que incluso pidió que se le diera el número ‘7’ como una prueba de que era el jugador por antonomasia del plantel. Hizo una muy buena cantidad de goles –más de treinta en poco más de cien partidos- sin ser un delantero centro y ya algunos equipos grandes merodeaban el mercado helénico para hacerse con los servicios de ese atacante que era rápido, habilidoso y que destrozaba defensas por deporte. Como en muchos relatos, estaba en ese punto donde ya había llamado la atención y todos los que lo conocían estaban pendientes de cuál sería su próximo paso.


Entre toda esa vorágine de ídolo del Olympiacos, de jugador ascendente y que pintaba para ligas más desafiantes, surgió el tema de las selecciones nacionales. Verán, hasta el año 2006, Castillo no había jugado para ningún seleccionado; y considerando que había nacido en México, criado en Uruguay y crecido deportivamente por seis años en Grecia –lo suficiente para tener la nacionalidad-, el prospecto a crack tenía para elegir tres selecciones. Al final tomó la que pudo haber sido una de las decisiones más importantes (y tal vez una de las más desafortunadas, pero esto es mera especulación) de su carrera a la hora de elegir a México, que era una selección que comenzaba un nuevo ciclo con Hugo Sánchez al mando y éste quería contar con el aporte del “extranjero” Castillo –término que usan en dicho país para aquellos mexicanos que juegan en otras ligas. Los mexicanos, en el ámbito futbolístico, son conocidos por tener una prensa bastante implacable con aquellos que no les gusta y un tema que siempre han criticado es el uso de jugadores foráneos nacionalizados en el seleccionado nacional, renglón en el que incluyeron sin escrúpulos a Nery. Lo veían como un uruguayo y solo como un instrumento para conseguir resultados en el balompié, pero la cosa no acabaría ahí. Ni siquiera cerca.


Si hubo un momento, un pequeño espejismo, si lo prefieren, de lo que fue Nery Castillo, o más bien lo que pudo haber sido, solo hay que ver sus partidos con el Tri –el apodo a la selección mexicana- en la Copa América 2007. En ese torneo, Nery Castillo fue de los mejores y para el recuerdo queda aquel gol donde hizo lo que le vino en gana contra un Brasil que a posteriori sería campeón de la competición que se llevaba a cabo en Venezuela; lo que al principio de su experiencia como internacional mexicano habían sido críticas prejuiciosas ahora eran halagos y cumplidos a un jugador que hasta ese momento estaba en una forma envidiable. A partir de ahí, todo lo demás debió haber sido una progresión natural a la cima: el traspaso a un equipo grande, los títulos, los premios individuales, las propagandas, las mujeres… pero el protagonista en cuestión estaba maldito con un temperamento bastante negativo y eso terminó por jugarle una mala pasada.

Luego de la Copa América, dejaría su amada Grecia para irse al Shakhtar Donetsk de Ucrania por unos veinte millones de Euros en el 2007. Muchos acusaron este traspaso de ser un movimiento de Castillo para ganar más dinero, cosa que no suena para nada descabellado, pero el equipo dirigido por Mircea Lucescu tiene fama de saber mejorar jugadores y de ser un escaparate para ascender a clubes de mayor predominancia –el problema de esta unión yació en el carácter de Nery y el estar inmerso en una situación bastante delicada. Su padre, figura que siempre fue clave para él, estaba muy enfermo de un cáncer mortal estando en Uruguay y Nery se había marchado a la lejanía de Ucrania, cosa que lo mantuvo desconcentrado. Posteriormente su madre padecería lo mismo. Aunado a eso, se metió en problemas con Lucescu –un entrenador conocido por haber formado grandes jugadores- al quitarle la pelota a un compañero para que él pateara un penal y lo fallara en el proceso. El técnico de origen rumano dijo que nunca había visto a un profesional hacer algo así y fue exiliado del plantel, hasta que se fue cedido al Manchester City en el 2008 por un año. No jugó mucho, padeció lesiones y aunque volvió al Shakhtar y ganó la Copa UEFA, nunca recobró la confianza de su entrenador y se marchó otra vez cedido; esta vez al Dnipro de la liga ucraniana. Entre todos esos problemas en la cancha, su entorno se desmoronaba en todos los ángulos posibles.


En 2009, en plena complicación de la selección para clasificar al Mundial de Sudáfrica, encaró con una bronca bastante pronunciada a algunos miembros de la prensa con comentarios ofensivos donde señalaba que ellos no sabían nada de fútbol… pero no terminó ahí la cuestión. En plena rueda de prensa sentado junto al capitán Pavel Pardo, Nery Castillo increpó verbalmente a un periodista diciendo que él no sabía nada y que la diferencia entre ambos es que él estaba en Europa y el periodista, no. Éste fue el punto de inflexión del atacante con su país: la prensa mexicana se abalanzó contra su persona y se volvió un enemigo, un rechazado de la comunidad futbolística de su país, por el hecho de explayar su arrogancia a sus anchas. Tal vez lo que hizo no estuvo mal –estaba bien merecido algún comentario a un gremio periodístico tan radical como el mexicano, sin ánimos de ofender a mis lectores de ese país-, pero las formas definitivamente fueron las peores. Y aparte de todo eso, perdió a sus padres por el cáncer en un espacio de once meses, dejándolo totalmente desorientado y envuelto en un tornado de vicisitudes que no hicieron más que acrecentar el estrepitoso descenso de un ser humano que ya no sabía qué hacer con su existencia.

Le ha tardado años superar el deceso de sus padres y lo que vino luego de su paso por el Shakhtar fue una infinidad de cambios de equipos en los que nunca supo cuajar. Ni en Dnipro, ni en el Chicago Fire, ni en el Aris de Grecia, ni en México –donde lo fastidiaron diciendo que ya no estaba en Europa- con Pachuca o León, ni en España con el Rayo Vallecano –en ninguno de esos equipos se adaptó. Al contrario, se vio inmerso en más problemas de vestuario como en aquellos que tuvo con los directivos de Pachuca o con el entrenador Matosas en León, además de sus diferencias con el del Rayo Vallecano. Desde su marcha del Olympiacos en el 2007, ha jugado menos partidos en todos esos equipos juntos que los que jugó con los griegos. Actualmente tiene 31 años, está sin equipo y vive en Uruguay con un poco más de un año sin actividad como futbolista profesional, sin nadie interesado en hacerse con su ficha. Totalmente perdido y abandonado.


Y es difícil no ver su caso con cierta tristeza. Sí, al final del día fue un individuo arrogante, déspota, hablador y que fue víctima de sus arrebatos de ira. Pero también fue un hombre que perdió a sus padres en muy poco tiempo por la misma enfermedad y que halló muchas dificultades para poder continuar con su vida profesional como antes. También está su enemistad declarada con la prensa de México cuando tal vez solo fue el chivo expiatorio de éstos para poder cebarse con ganas y mancillar su nombre, que de todas formas ya lo estaba y podían disfrutar de sus desgracias. La historia de Nery Castillo es un caso arquetipo de Pasados Posibles con todas sus resoluciones y giros; es una carrera que podría servir como una advertencia para cualquier juvenil que se deja llevar por el éxito tempranero y se deja mangonear por su arrogancia. Ahora es el hombre sepultado por los medios de su país. Un jugador que pudo haber sido el mejor jugador de su país desde el que le dio su debut y su momento de gloria contra Brasil en el 2007; pero que hoy en día no es más que el hombre olvidado de México.

1 comentario:

  1. Sin ánimos de chismes por ahí me entré que poco después de perder a sus padres su novia lo dejó.
    Excelente relato. Deseaba saber sobre el paradero de Nery y ahora sé que lleva poco más de año y medio sin jugar.
    La verdad yo siempre fui su fan y me causa mucho asombro además de morbo cómo un jugador se pudo perder de esta manera con el talento que tenía.
    Abrazo desde México.

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