“Bienvenido
a la Tierra Baldía, en un mundo que se mueve más rápido y donde estoy solo por
un rato.”
- Blind Guardian – Somewhere
Far Beyond.
Contrario a estas líneas de la canción de Blind Guardian, el tiempo no parece moverse más rápido para los
hinchas del Arsenal. Las eliminaciones en octavos de final de Champions League
se han convertido en algo rutinario y las humillaciones contra los superpoderes
de Europa (Barcelona y Bayern Múnich se han tomado turnos para eliminarlos),
por lo que el futuro es muy incierto para los Gunners. La prensa y los
hinchas no se han tardado en decapitar mediáticamente a Arsene Wenger tras la
última capitulación contra el Bayern; un marcador agregado de 10-2 es una de
las mayores palizas del fútbol moderno y es un reflejo de un modelo de gestión
caducado que más bien parece y que muestra todas las señales de un fin de
ciclo: mal ambiente en el vestuario, malos resultados y unas actuaciones que en
este punto resultan parodias del club y sus valores.
Y si bien un servidor ha sido uno de los críticos de Wenger en los
últimos años (en mi artículo sobre Henry y su paso por la Juventus pueden leer
un poco al respecto) y aún sostengo cada palabra: pienso que Arsene es un
entrenador que ya no tiene nada más que hacer o decir en el club londinense y
no sabido mover hacia adelante un proyecto que, ciertamente, se ha quedado
estancado. Ahora bien, culpar al Arsenal meramente por lo que puede hacer el
entrenador me parece algo de lo más risible y simplista; las capitulaciones de
este club dejaron de ser causadas por un mero tema táctico o por el hecho de
que Arsene no pudiera motivarlos al máximo de su capacidad. La realidad cruda y
dura es que hay muchos jugadores cómodos en este equipo.
La pregunta del milenio siempre ha sido ésta con respecto al club
londinense: ¿Qué le pasa al Arsenal? ¿En qué momento se convirtieron en un
equipo de fútbol que está más asociado con las humillaciones, los incontables
memes acerca de su cuarto lugar y el hecho de que sus temporadas parecen la
película Día de la Marmota,
repitiéndose una y otra vez hasta caer en la locura?
La verdad es que el punto de quiebre puede haber sido aquella noche en
París en el 2006, en la que perdieron la final de Champions contra el Barcelona
de Ronaldinho y compañía; desde entonces el club parece estancado en una rutina
e incluso algunos dicen que Wenger nunca dejó París al 100% (aunque eso puede
pecar de amarillismo). Ese fue el último gran golpe de la generación dorada Gunner que tantas alegrías le dio al
club: los Henry, Bergkamp, Campbell, Pires, Ashley Cole, Ljungberg y un par de
grandes promesas jóvenes que luego serían la columna vertebral del equipo (Kolo
Touré, Robin Van Persie y Cesc Fabregas). Pero
el Barcelona ganó esa final y una vez que esa temporada acabó, Wenger comenzó a
renovar el plantel con generaciones más jóvenes para tratar de dar pelear por
títulos mientras que el club estrenaba un nuevo estadio y entraba un periodo de
austeridad económica que perduró hasta el 2013, donde le demostraron al mundo
que estaban dispuestos a gastar con el fichaje de Mesut Özil (más acerca del
germano más adelante).
La era Emirates del Arsenal ha sido, como he dicho antes, un ciclo
interminable de clasificaciones a Champions y quedarse corto en la Premier y en
la máxima competición europea. Indiferentemente de los jugadores que tengan, el
resultado parece ser el mismo y en esos casos entiendo la postura de los
detractores de Wenger porque desde un punto de vista motivacional, no ha sabido
inspirar a diferentes generaciones de futbolistas para los momentos claves.
Solamente hay que ver cómo le fue a los jugadores de generación perdida del
club post-París 2006: Abou Diaby, Philippe Senderos, Denilson, Fran Mérida,
Lord Bendtner, Frimpong, el propio Francisc Coquelin y un par son la prueba
viviente de un grupo de jugadores que nunca encontraron consistencia ni tampoco
pudieron completar su potencial y podemos argumentar que eso es culpa de Wenger
pero, ¿qué tanta responsabilidad puede tener en estos casos? Tal vez en
ficharlos, por supuesto, pero en el momento de la verdad estos jugadores nunca
dieron la talla.
¿Qué tienen que ver las derrotas de hace casi diez años con las del
presente, preguntan? Bueno, que todo está relacionado: en esos años de
austeridad –aunque jugando muy buen fútbol con Cesc y Van Persie a la cabeza-
el Arsenal no supo capitalizar para ganar trofeos y sostener una cultura
ganadora en el club. Si analizamos el plantel de hoy en día nos encontramos con
un grupo de futbolistas que no tiene una mentalidad ganadora, pero no por falta
de ambición, sino por falta de experiencias ganadoras. Aunque es cierto que un gran palmarés no te hace un gran futbolista,
hay que ver que la mayoría de los jugadores importantes del Arsenal no tienen
esa experiencia para definir partidos claves y eso se nota en Koscielny,
Oxlade-Chamberlain, Mustafi, Bellerín (que ha perdido mucho nivel esta
temporada), Monreal, etc.
La mayoría de los jugadores del Arsenal solo están asociados con las
derrotas y las pequeñas victorias que hoy en día saben a poco como las clasificaciones
a Champions; jugadores como Walcott, por ejemplo, solo han conocido esto
durante toda su carrera y eso no fomenta una mentalidad ganadora, sino todo lo
contrario. Eso es definitivamente culpa de Wenger, pero también es un reflejo
de la incapacidad de estos futbolistas que en teoría han demostrado ser muy
buenos, pero que les falta en el plano psicológico. Lo que nos deja enfocarnos
en los jugadores más importantes de toda la plantilla: Mesut Özil y Alexis
Sánchez.
El caso del alemán es algo que ya todos sabíamos cuando jugaba en el
Real Madrid: un futbolista con todas las características de un crack de talla
mundial, con una visión y talento indiscutibles, pero que es muy propenso a
caer en lagunas en su juego durante varios partidos. No era muy raro verlo
jugar tres partidos muy bien en el club español y luego cinco en los que vagaba
por las canchas como un fantasma de ojos saltones. Bueno, casi cuatro años en el Arsenal y me atrevería a decir que Özil
ha empeorado en esta situación; si bien es cierto que el equipo no ayuda mucho
en comparación con su antiguo club, la realidad es que ser la figura o que
jugaran para él no le ha sentado nada bien y en cualquier caso lo ha hecho más
propenso a esas lagunas que ahora se extienden por meses. Sus pasajes de
buena forma han derivado en los mejores momentos del club londinense en los
últimos años y eso es lo que hace a Özil un jugador tan interesante, pero
comprometes a tu equipo a caer en ciclos de inconsistencia que este equipo, en
este momento de su historia, no se puede costear. Y con Özil esto va a seguir
pasando hasta que él decida cambiar eso, sea dirigido por Mourinho, Wenger o
quien sea.
El caso de Alexis es uno de los más curiosos que he visto, desde un
punto de vista mediático. Si cualquiera de ustedes toma las noticias de la
prensa, especialmente la sudamericana, leerán artículos acerca de cómo Alexis
es el gran guerrero solitario que tiene que defender, atacar, recuperar
balones, hacer paradas y salvar a la humanidad del Emirates de un ataque nuclear
por Lex Luthor y todo esto al mismo tiempo. Que está solo y que él debe hacerlo
todo porque sus compañeros, simplemente, no están a su altura. Ahora, no soy
nadie para decir que el chileno no es el mejor jugador del Arsenal –lo es y con
diferencia-, pero el problema yace en algo que ni Wenger tiene la culpa de
ello: Alexis también se cree que es el jugador más importante. Y es que la mejor forma de “cargarse el
equipo al hombro”, como va el dicho, es a través de tomar las decisiones
correctas: saber cuándo pasar y cuándo disparar; cuándo toca asociarse con los
compañeros y cuándo resolver solo. Hay una razón por la cual vendieron a
Alexis del Barcelona: nunca sabía jugar en equipo al 100% y en un club donde él
no era la figura, eso no se puede permitir. Y si estás en un equipo donde
dependen de ti, no puedes dejar que tu ego te controle y jugar para ti, montar
escenas en pleno campo de juego recriminando a tus compañeros –por más mal que
estén jugando, hay códigos y eso se debe respetar- y riéndote en la banca
cuando tu equipo tiene un global en contra de 2-10 en su propio estadio.
Y como dato curioso de Alexis, diré lo siguiente: esta temporada
solamente hizo un gol contra los otros equipos del Top 6 y Olivier Giroud, con
todas sus virtudes y defectos, ha hecho más goles que han dado más puntos que
el propio Sánchez. Entonces antes de señalar a otros con el dedo, Alexis
debería verse en un espejo.
Lo que estoy tratando de decir con esto es que el Arsenal se ha
convertido en una suerte de tierra baldía del fútbol donde los jugadores
parecen estancarse –como ha sido el caso de Mustafi que ha entrado en una
regresión y Granit Xhaka que se ha convertido en un Roy Keane sin la calidad- y
donde el entrenador ya no parece dar más de sí mismo. Yo pienso firmemente que Wenger debe irse del Arsenal, pero también
pienso que eso solamente es parte de la solución; el club, al igual que el
Manchester United en su momento, está diseñado en torno a la figura de Arsene y
eso puede dificultarle todo al que venga, sea Max Allegri, Eddie Howe, Thomas
Thüchel o cualquier otro. Es difícil tomar el equipo después de un
predecesor que es, probablemente, la mayor figura de la historia del Arsenal y
que ayudó a revolucionar el fútbol inglés (cosa que a veces se olvida cuando se
habla de Wenger).
Aunado a eso, en esta tierra baldía del fútbol, los jugadores deben
asumir responsabilidades y un servidor está 100% seguro de que varios de estos
futbolistas se han escudado detrás de la figura siempre criticada de Wenger
para poder hacer estos partidos de pena; ningún entrenador te puede instruir
tan mal en un planteamiento para que pierdas 5-1 dos veces seguidas contra el
Bayern Múnich, considerando los jugadores de los que dispone el Arsenal y todas
las veces que se han enfrentado en los últimos tiempos. Algunos jugadores están infectando al club con su conformismo y
mediocridad y la única manera de progresar es recuperar la mentalidad ganadora
verdadera que antes ostentaba el club y así poder retomar el sendero que se
perdió hace más de una década.
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