Hay
jugadores que brillan en todos lados y hay jugadores que nacieron para destilar
su talento a su máxima expresión en una liga en particular.
No digo esto para pregonar a una de las dos opciones acotadas como mejor que la
otra; sólo expongo una realidad que, a mis ojos, no tiene discusión. Como ésta
es la sección de los Fichajes Estrellados,
la segunda opción es de encarecido interés para nosotros: hay jugadores en el fútbol cuyas características, fortalezas y debilidades
están diseñadas para sobresalir con una inercia pasmosa en cierto campeonatos
mientras que en otras ligas se hallan sofocados, restringidos e incluso
incapacitados para desplegar su nivel como es debido. Un ejemplo bastante
claro de nuestra época es Cesc Fábregas y su paso por el Barcelona donde jamás
encontró en España ese nivel creativo que sí demostró y demuestra en Arsenal y
Chelsea en Inglaterra, respectivamente. Pero, haciendo un poco de memoria,
podemos recordar una etapa algo oscura de uno de los mayores ejemplares de
clase y elegancia que un servidor ha visto jugar, el gran holandés Dennis “The
Iceman” Bergkamp, y su infame paso de dos años por el Inter de Milán y la Serie
A.
A principio de la
década de los 90s, el futuro delantero histórico del Arsenal era una de las más
grandes promesas del fútbol mundial y una joya cotizada por los gigantes del
Viejo Continente. Jugando para el equipo
de toda su vida, el Ajax, y habiendo debutado de la mano de Johan Cruyff, sería
el máximo goleador de la Eredivisie por tres años consecutivos hasta 1.992,
cosechando una Liga, una Copa, una Copa UEFA y la extinta Copa de Ganadores en el
proceso. En ese mismo año debutaría en un torneo oficial como la Eurocopa con
la selección campeona, la holandesa, y se erigiría como máximo artillero de la
competición para la sorpresa de millones que no conocían a ese joven y espigado
delantero rubio y para el regocijo de sus paisanos. Viendo su estilo de
juego técnico, rebosante de gracia y exuberante de buena manera, no iba a tardar
mucho para que la crema innata de Europa quisiera hacerse con sus servicios. Real
Madrid había postrado sus ojos en la nueva joya naranja y su mentor de otrora,
Cruyff, le había aconsejado fichar para su Barcelona –el Dream Team, para los
menos adoctrinados-; pero el elegante delantero tenía el deseo de ir a la que
era la mejor liga por esos años: la Serie A. Los tres gigantes de Italia (Juventus, Inter y Milán) estaban
interesados en él, pero no quería ir al equipo rossoneri puesto que sus
compatriotas Rijkaard, Gullit y Van Basten ya habían jugado ahí y al final se
decantó por el vecino interista (junto con su colega del Ajax, el mediocampista
Wim Jonk) por la cifra de 7.1 millones de libras porque le generó “mejores sensaciones” que la gente de la Vecchia
Signora con promesas de un fútbol ofensivo y que le permitiría explayarse a sus
anchas en el vasto paramo futbolero que era el Calcio en los 90s. Pero esas
promesas eran sólo promesas vacías.
Las palabras de la
directiva del Inter acerca de un juego ofensivo fueron cumplidas por el primer
mes de la temporada 93-94, pero Dennis aún así se hallaría con muchas
complicaciones para desplegar el fútbol técnico que ostentaba. Las defensas rígidas y portentosas del
Calcio hicieron mellan en un jugador que no estaba acostumbrado a los
automatismos recios y feroces de los entrenadores italianos que no le permitían
maniobrar a gusto y que lo hacían sufrir cada semana para poder destacar.
Había llegado como un fichaje bombástico y con la etiqueta de Crack que iba a
guiar a un Inter venido a menos por la supremacía del Milán a una nueva etapa
de gloria y dominancia –más lejos no pudo estar de la realidad. Tardaría un mes
en anotar su primer gol en la liga y su juego asociativo se vería socavado por
tener que colaborar en un sistema de tres delanteros que lo dejaban incómodo en
cada partido. Había ido para retarse a sí
mismo en la liga más desafiante del momento, pero la verdad es que Bergkamp era
un jugador erigido en su entereza en la esencia del estilo preciosista y
expresivo de los holandeses, que poco o nada tenían que ver con la actitud de “no
perder” de la Serie A y la cuasi insana competitividad de los italianos.
Fue un notorio contraste ideológico en el plano deportivo en el cual Dennis no
pudo brillar a nivel liguero, pero su suerte parecía cambiar cuando el equipo
lombardo se embarcaba en competiciones europeas: en su primera temporada con el
club sería vital para la consecución de la Copa UEFA –la segunda en el haber de
Bergkamp-, siendo el delantero holandés el máximo goleador del torneo con ocho
goles en once partidos y con una actuación bastante buena en la tercera ronda contra
un Norwich City que venía de eliminar al Bayern Múnich de Lothar Mathaus. Cabe
mencionar que la Copa UEFA poseía un prestigio bastante considerable en épocas
pasadas en comparación a la actualidad puesto que se le consideraba como la
antesala para los equipos que iban a brillar en la UEFA Champions League al año
entrante. Tristemente, ese Inter también estaba peleando la zona de descenso y
su fichaje estrella, Bergkamp, no daba señales de mejora en su primer año, aún
con la inyección de confianza que debió haber sido su buen rendimiento en la
competición continental.
Pero muchas veces en
estos casos no son los elementos futbolísticos los que llevan al jugador a
fracasar en una cierta liga, sino el ambiente en el que éste se encuentra. Fuera de la cancha, el carácter distante y
calmado de Dennis no estaba diseñado para copar con la incesante prensa
italiana que le pedía hablar dos veces por semana –una diferencia notable a su
Holanda natal y a lo que experimentaría en Inglaterra a posteriori. También
estaba la relación algo negativa con el goleador uruguayo, Rubén Sosa, quien
nunca lo estimó mucho aunque Dennis ha negado en años recientes tener algún tipo
de animosidad hacia el charrúa y más bien siente algo de pesar porque creía que
podían haberse ayudado más. Tal fue la magnitud de su debacle en su segunda
temporada, luego de una Copa del Mundo bastante bueno del holandés en Estados
Unidos en 1.994, que después de haberse cortado el cabello, la media dijo que
se le estaba cayendo por no ser capaz de soportar la presión de la
liga. Increíble. Eso sin mencionar que un reconocido periódico deportivo del
país cambió su columna de “El Burro de la Semana” a “El Bergkamp de la Semana”.
Ya se pueden imaginar lo mal que iba la cosa, ¿no?
Al final del día, el de Bergkamp es un caso
arquetípico de un jugador que estaba diseñado para ciertas ligas y que nunca
iba a aprovechar su máximo potencial en otros campeonatos. La rigidez estratégica de los italianos no conjugaba con las
idiosincrasias técnicas y mágicas de un jugador que no supo acoplarse a un
ambiente que lo exigía tanto en el planp táctico y físico, aunque declararía con la madurez que otorga el tiempo
que ése fue el peor momento de su carrera pero le ayudó a ser un jugador mucho
más completo. También es importante acotar la época de vacas flacas que
estaba viviendo el Inter y con el arribo de Massimo Moratti a la presidencia en
1.995, el holandés ya sentía que su período en Italia había finiquitado. Afortunadamente
para el propio Dennis y para todos aquellos que amamos el buen fútbol, el
entonces entrenador del Arsenal, Bruce Rioch, se acercó al nuevo presidente del
Inter para hacerse con sus servicios y éste fue vendido a los londinenses por
7.5 millones de libras, haciendo incluso ganancia con su venta. Curiosamente, Moratti aprovechó el momento para decirle a
Rioch que sería afortunado si Bergkamp le anotaba diez goles en su equipo. Pero
la historia demostró ser otra. A pesar
de un primer año irregular, el arribo de Arsene Wenger a la dirección técnica
del Arsenal la siguiente temporada le dio un rol de asistidor que benefició sobremanera a Dennis y
éste pudo desplegar el mejor fútbol de toda su carrera en una época que duró 11
años de clase, goles espectaculares e incontables triunfos en la mejor era del
equipo junto a cracks como Henry, Pires, Vieira, Cole, Petit, Overmars, Keown, Campbell y muchos
otros. Su paso por el Inter será recordado como el de una unión incómoda y
que dejó un sabor muy amargo para todos los involucrados: ni el Inter ni
Bergkamp pueden considerar su estadía en el equipo lombardo como una exitosa.
Para el holandés, fue el punto negro en lo que fue una carrera inmaculada y
brillante. Para el Inter, fue uno de esos tantos fichajes fracasados que ha
hecho la institución durante el pasar de los años. La prueba inequívoca de que
hay casos donde la ideología puede más que el fútbol. Sólo pregúntele a
Bergkamp.
Hermoso artículo, soy gran seguidor de Dennis y pues la liga italiana era super dura y recia. Tal ves le hubiera ido mejor si tenía otro tipo de perfil más de killer que de super class. Igual siempre será mi favorito.
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