“De
vez en cuando, llega una persona que desafía todas las probabilidades, toda la
lógica y cumple un sueño increíble.”
- Rocky
Y tras meses y meses de
controversia, polémicas y mensajes ambivalentes, los hinchas de la Roma pueden
regodearse y sentirse felices ante la noticia de que su máximo baluarte y el
mejor jugador de su historia –pienso que en este punto de la película es un
pensamiento unánime-, Francesco Totti, ha renovado por un último año en la
capital italiana para luego servir seis más como directivo del club. Con rumores circulando en la media acerca
de posibles traspasos del genio romanista a equipos como Los Angeles Galaxy o
el Leicester City, además de respuestas incompletas de la directiva del club
acerca del futuro de su capitán y el propio Totti, quien declaró en su momento
que quería jugar más o que tal vez tendría que irse –ciertamente para apresurar
la cuestión del nuevo contrato, guiándonos por cómo se dieron las cosas
después-, todas las partes decidieron poner fin a esto y el contrato fue
firmado. Al final de todo, es el mejor resultado para los involucrados: ninguno
de los aficionados al fútbol, no solo los de la Roma, queremos ver a Francesco
con otra camisa y su amor y lealtad a un equipo que, aunque grande y con buenos
jugadores, no siempre está peleando por títulos, es una demostración de ese
romanticismo que a veces es tan necesario en el deporte y que se ha perdido –en
resumen, todos felices con el desenlace de esta saga.
Los últimos tiempos en el
club de la Ciudad Eterna han sido buenos, pero siempre plagados por esa
sensación de que pudieron ser mejores; desde que la institución ha sido
adquirida por un grupo empresarial estadounidense, discusiones acerca de un
nuevo estadio, un proyecto, establecer lo que ellos llaman “la marca Roma” y,
por supuesto, un Scudetto han estado
a la orden del día, pero nada de eso se ha materializado. En las últimas campañas, la Roma ha tenido que padecer la venta de
muchos de sus mejores activos en la cancha –Lamela, Marquinhos, Benatia,
Pjanic, entre otros- y que el sector más intenso de su afición (y también el
más radical) deje la grada, la famosa Curva, como signo de protesta por la división de ambas curvas del estadio con barreras de concreto por parte de la policía de la ciudad, además de lidiar con una Juventus que ha
sabido establecerse desde 2011 como el poder absoluto de la Serie A, ganando
cinco Scudettos seguidos. Entre
todo estas vicisitudes, el equipo sigue contratando y produciendo talento; los
resultados, aunque decepcionantes considerando las expectativas planteadas por
estos dueños, han sido buenos –el club ha regresado a la Champions y participa
ahora de forma asidua- y el arribo de tal vez su mejor entrenador desde Fabio
Capello, el celebérrimo Luciano Spalletti, quien ya entrenó a la institución en
uno de los mejores pasajes de su época, ha encendido una vez más el espíritu de
lucha de una “Loba” que yacía en un letargo. Y en el último año de Francesco
Totti, el deseo de un cuarto título de Serie A no puede ser contenido por los tifosi romanistas quienes ansían ver a
su máximo ídolo marcharse victorioso en su última cruzada. ¿Puede la Roma derrotar a la Juventus y conseguir, tras tantos años
cerca de acariciar la gloria, ese Santo Grial que es su cuarto Scudetto? Veamos.
Hay que contextualizar algo
desde el principio para entender el lugar en el que se encuentra la Roma
actualmente: la era Rudi García, aunque produjo sus cosas positivas, fue de más
a menos y su caída probó ser demasiado problema para que el galo pudiera
solucionarla. El técnico francés arribó a Italia en el 2013 con un cartel de
entrenador ofensivo y que iba a revitalizar a un plantel que, como ha sido la
costumbre, se hallaba actuando por debajo de sus posibilidades; pero que con su
nuevo entrenador logró una seguidilla de triunfos notables con un Kevin
Strootman y un Benatia en estado de gracia, lo que los llevó a la cima de la
Serie A tras diez victorias consecutivas al comienzo de la liga. Pero tras eso, las lesiones, la falta de
innovación al sistema de extremos con el que jugaba el equipo –en el cual
resaltó Gervinho hasta que fue descubierto- y, sobre todo, la seria baja de
Strootman supusieron el comienzo del fin para García en la capital; nunca pudo
recobrar la forma de ese momento, el equipo se fue deformando y la Juventus
retomó el ritmo en las tres campañas en las que estuvo el francés para
quitarles el título. Nuestro protagonista, Francesco Totti, apoyado por un
más que notorio elenco de jugadores como De Rossi, Nainggolan, Pjanic,
Florenzi, Manolas y un par más, trató de salvar la situación y sus goles, ya
estando más cerca de los 40 que nunca, supusieron una luz al final del túnel
que ha sido esta era del club. Ya a finales del 2015, la situación era
insostenible y se prescindió de los servicios de García para retornar al
conocido rostro (y pelona) de Spalletti, quien había terminado su contrato con
el Zenit de Rusia.
El cambio fue notorio. En
sus últimos meses, la Roma de García era un equipo predecible, estéril y sin
ninguna otra estrategia que depender de sus extremos para luego servirle pases
a un timorato Edin Dzeko; la llegada de Luciano y su capacidad táctica para
explotar el potencial de sus jugadores –este es hombre es después de todo el
que implementó con Francesco Totti el sistema del falso nueve hace una década,
que después sería popularizado por Pep Guardiola y Lionel Messi- y apostar por
un juego más completo, impredecible y manteniendo la búsqueda ofensiva que
pregonaba Rudi. Era una sinergia
perfecta: Spalletti ama a la Roma, conoce al club y el ser italiano le permite
conocer mejor a la Serie A; fichajes en enero como Diego Perotti –quien ha
subido su nivel a cuotas insospechadas en la capital jugando en el rol de falso
nueve- y Stephan El Shaarawy –jugador que yacía ahogado en la intermitencia en
el Mónaco- sirvieron para balancear el ataque romano y jugadores como Mohamed
Salah y Radja Nainggolan mostraron su mejor versión bajo la tutela de su nuevo
entrenador. Tras tomar el equipo por la 6ta posición, el equipo ascendió
hasta llegar a la zona de previa de Champions League y estuvieron a punto de
tomar el 2do puesto en la tabla del Napoli, pero la inestabilidad defensiva, a
pesar del muy buen nivel de Antonio Rüdiger y Kosta Manolas en la zaga central,
supuso uno de los pocos aspectos negativos de la segunda etapa de Luciano hasta
el momento.
Partidos como la visita a
Atalanta, de local frente al Torino o de visitante contra Genoa hubieran
acabado en pérdidas de puntos que tal vez les hubieran hecho perder el lugar en
la próxima Champions, pero ahí es cuando surgió el genio imperecedero de Totti.
Envuelto en toda una controversia por lo
poco que jugó con Spalletti en los primeros partidos –esto siendo un poco
exagerado cuando consideramos que venía de una lesión un tanto importante- y en
la disputa por un nuevo contrato, el ‘10’ eterno de la Roma apareció en varios
partidos anotando goles y haciendo asistencias para salvar a su equipo cuando
más se le necesitaba –y todo esto en apariciones como un atacante suplente de
39 años. Es importante remarcar el renglón de la suplencia: a casi sus 40,
Francesco ya no puede jugar 90 minutos cada semana y debe ser administrado para
poder seguir aportando al equipo; Luciano lo ha manejado bien y jugando de 30 a
45 minutos por partido, la influencia de Totti ha sido tan grande que ha podido
producir goles de la nada por motivo de su infinita creatividad futbolística.
Esto, obviamente, significó bastante para los hinchas de la Roma que estaban
desesperados por ver a su héroe en acción; pero también muestra la
inestabilidad del equipo en ciertos pasajes de la temporada y eso ha
significado un paso (o dos) atrás para destronar a la todopoderosa Juventus.
Dejando de lado todos los
posibles obstáculos que la Roma pueda imponerse a ellos mismos, su mayor
impedimento para la consecución del Scudetto
es, obviamente, la propia Juventus. Como hablamos el año pasado por aquí, la
resurrección de la dama del Calcio ha sido notable y hoy en día, siendo la
pentacampeona italiana, es la reina absoluta de la Serie A. Por supuesto, los
ingresos que suponen el tener un estadio propio y conseguir múltiples títulos
–además del fútbol de Champions League que es una constante en su haber-, la
Juve puede costearse sueldos y contrataciones que ningún otro club en la liga
puede desembolsar y eso es una gran ventaja sobre la Roma que ya se dejó
entrever con la “traición” de Miralem Pjanic al fichar de la capital italiana
para los de Turín. Destaco que la
capacidad de la Vecchia Signora para
hacer estas transacciones es mérito absoluto de una gestión notable de sus
directivos y la etapa Agnelli de la Juventus ha mostrado una de las mejores
administraciones de la época reciente del fútbol. Tal vez es un reflejo de
que quien mejor se administra siempre gana.
La Roma simplemente no tiene
eso. La Juventus, a pesar de haber dejado ir el año pasado a jugadores como
Tévez, Vidal o Pirlo, siempre ha mantenido una columna vertebral en Buffon,
Barzagli, Bonucci, Chiellini y Marchisio, quienes han sido omnipresentes en
estos cinco títulos de liga. Por el otro lado, la “Loba” es un equipo que
cambia constantemente en cada verano y eso no es beneficioso para una directiva
americana que ha hecho múltiples promesas de Scudetto; este verano volverán a pasar por lo mismo por no
concretar el pase de Digne tras su cesión en el club, la venta de Pjanic y la
seria lesión de Antonio Rüdiger. Agreguemos a eso la llegada de un nuevo
arquero como Alisson y lo que eso siempre representa, la posible venta de
Leandro Paredes –decisión que me parece francamente tonta-, quien brilló en un
muy buen Empoli, y la posible llegada de un otrora protagonista de nuestro Blog
–aunque también se puede marchar al Milan-, Mateo Kovacic, significan otro
periodo de adaptación de un equipo que no cesa en su habilidad de conseguir
talento desconocido y crear planteles competitivos, pero que requiere de constancia
y de un plan para lograr el objetivo deseado. Spalletti es un entrenador que
sabe manejar a sus jugadores y explotar su potencial; no dudo de que sea capaz
de trabajar con lo que tiene (que no es poco porque cuenta con un muy buen
grupo de jugadores) y moldearlos para que sean un equipo compacto; pero la
realidad del asunto es que la Roma requiere de un plan para este año y un plan
para el futuro. Es el último año de Totti y les aseguro que esa variable
influye mucho en todos los romanistas; nadie quiere que este año sea un mero
tour de despedida para su ídolo eterno; quieren que su monarca se despida a lo
grande y para ello tal vez se requiera tomar un par de decisiones pragmáticas y
de contrataciones que, aunque no sean las más seguras –ya vimos lo que pasó con
esa “sure thing” que era Edin Dzeko-, sean el activo necesario para conseguir
resultados inmediatos.
La pregunta del artículo en
cuestión: ¿Puede la Roma destronar a la Juventus en el último año de Francesco
Totti? Llámenme loco, pero yo creo que sí y les diré por qué: la motivación
está ahí, tienen el mejor entrenador que puede pedir el club –Luciano es Roma y
viceversa-, la plantilla tiene una mezcla más que interesante de jugadores y en
la segunda vuelta de la temporada pasada se demostró la capacidad del club para
ser el equipo más goleador de la campaña en la liga. Hay calidad, hay talento y hay inteligencia táctica; es el aspecto
mental el que debe ser trabajado puesto que es esa fragilidad mental la que
hace que no terminen de dar el paso final –es la mentalidad lo que los mantiene
en un complejo de inferioridad al compararse con la Signora del Calcio. La Juve es poderosa; muy poderosa, me atrevería
a decir. Pero nadie es invencible y pienso que, al final del día, la venta
de Pjanic, el retiro del gran Francesco y la impronta de un loco (en un buen
sentido) como Luciano, pueden traducirse en un equipo de la Roma que sabe que
este año no es otro más: es el de una confrontación de proporciones babilónicas
y que será recordada por muchos años.
A lo mejor estaré equivocado
dentro de un año cuando lean este artículo de nuevo; después de todo, el fútbol
es como la vida y está llena de inconsistencia. A lo mejor no ganarán nada y
esta campaña es como todas las demás con una Juve campeona. Pero si tuviera que
apostar dinero en algún equipo para arruinarle la fiesta a la dama del Calcio,
sería a Francesco Totti, su Roma y su última cruzada con el club de su vida.
Abogo por la épica y por lo dramático –después de todo, esto es Italia y esto
es Roma.
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