No
hay mayor magia que la que puede haber en una noche de UEFA Champions League.
Es un momento preciso y esplendoroso donde la más alta elite de jugadores se
enfrenta en incontables batallas por la máxima corona y caminar erguidos como
el rey absoluto de Europa. Esta semana se sortearon las
semifinales y ya tenemos entre manos los duelos: Barcelona – Bayern Múnich y Real
Madrid – Juventus. Una vez más, con la aparición de los tres primeros
equipos acotados, se ha demostrado que la supremacía europea ha caído sobre los
hombros de los gigantes de España y el tótem bávaro en los tiempos que vivimos.
Siempre he dicho que vivimos en una era
de grandes equipos y no de grandes ligas; nuestros tiempos son unos en los que
el poder y la dominación de la máxima competición de clubes quedan al alcance
de unos pocos elegidos en notables batallas que se han librado en los últimos
años con Lionel Messi, Cristiano Ronaldo y Arjen Robben como algunos de los
ídolos de toda una generación… y luego está la Juventus. Tal es el poder de
convocatoria de los blancos, blaugranas y del equipo de Pep Guardiola, que se
deja en el costado, casi de manera insultante, a un equipo italiano que puede
demostrarle a propios y extraños que el destino no está escrito para nadie ni
para nada. Pero más importante que demostrarle a propios y extraños es
demostrase a sí mismos que pueden quitarse el gafe mental que se ha clavado en
las mentes de los bianconeros y
competir con los mejores equipos del mundo de tú a tú. Recuerden, mis amigos:
la Juventus no representa solo a un escudo este año; representa a todo un país
y a toda una ideología.
Para quienes llevamos
tiempo en esto, cuesta creer que sólo han pasado cinco años desde que el Inter
de Milán de José Mourinho se plantaba como campeón de la UEFA Champions League
en el Santiago Bernabéu y, a su vez, consiguiendo un triplete inédito en toda
la notable historia del fútbol historia. Cinco años después de esa hazaña, el
fútbol italiano se encuentra lastimado por una infectante crisis de identidad y
constancia que los ha hecho perder su lugar como “la liga más competitiva del
mundo” a ser considerada como un torneo liguero mucho menos ambicioso o
desafiante. El declive económico y
político de la nación ha hecho estragos en los recursos de las instituciones
deportivas, además de una mala gestión de varias directivas que ha conllevado a
que equipos con la riquísima historia del Inter o del Milán perdieran sus
puestos en la elite europea y ahora sólo sean meros aspirantes a la Europa
League; una tragedia absoluta que uno de los derbies más grandes del deporte
más hermoso del mundo sea tan poco emocionante y sosegado como fue el último en
materia de repercusión e importancia –era, simple y llanamente, un partido en el
que se jugaba el honor y el amor propio pero nada a nivel competitivo. Equipos
como Napoli, Fiorentina o Roma no han sido más que planteles exportadores de
talento para equipos mayores puesto que sus ambiciones no van más allá de
capitalizar sus inversiones en clasificaciones a competiciones europeas y rara
vez se presentan como un posible tapado en dichas contiendas. La Serie A se
encontraba socavada y frustrada a causa de no tener un solo equipo que de
verdad mostrara un poco de consistencia… y ahí surgió el ascenso de la Juventus
para volver a ser la Juventus; no la versión insípida y carente de carácter que
nos habían presentado en los últimos años. La que se hizo grande desde sus
comienzos y eterna en los 90s.
Desde el 2.011, año en
el que Marotta asumió como presidente de una nueva junta directiva, el equipo
de Turín se ha visto inmerso en un lento pero productivo proceso de
restablecimiento como fuerza absoluta en su país y –al menos deseándolo- a
nivel europeo. Aún sufriendo por el daño
financiero que fue el descenso a causa del amaño de partidos en 2.006, la
Juventus adoptó un modelo de fichar jugadores a precios moderados de gran
potencial o que pudieran aportar en lo que se puede considerar como su
atardecer futbolístico. Un caso arquetipo de éste último señalamiento es el
de quizás la mayor figura del plantel actual, Andrea Pirlo, y cómo fue
contratado –como agente libre- es la prueba fehaciente de que lo que dijo
Gianluigi Buffon cuando lo contrataron es 100% verdad: Dios existe. Luego de la
llegada del ex Milán e Inter, jugadores de tallas y repercusiones tan dispares
como Paul Pogba, Carlos Tevéz, Arturo Vidal, Patrice Evra, Fernando Llorente o
Álvaro Morata arribaron al equipo de la Vecchia
Signora bajo una metodología de fichar bien con precios más económicos que
ha conllevado a la consecución de tres títulos ligueros de Serie A, aparte de
algunas Coppa Italia y una que otra Supercoppa. Bajo la tutela de Antonio Conte
–jugador legendario de la institución- en la dirección técnica la Juventus retornó a la palestra principal de Italia y a regresar a la
máxima competición europea con una generación de jugadores notable. Pero no todo ha sido rosas y lisonjas: las
críticas no han parado de caer al equipo Juventino puesto que no han sido capaces
de transportar tan buena forma en el plano europeo y el año pasado eso se notó
con la caída tempranera en la UEFA Champions League al ser eliminados en la fase grupos
del torneo; y luego caer en las semifinales de una Europa League cuya final iba a
jugar en su propio estadio. El escenario se veía aún más funesto y negro
cuando el propio Antonio Conte abandonó a la Vecchia Signora para convertirse en el seleccionador nacional de
Italia y por sensaciones de conformismo por parte de la directiva al no aportar
el suficiente dinero para suministrarle los jugadores que deseaba para batallar
en la Champions, como el chileno Alexis Sánchez, por mencionar alguno.
La llegada de
Massimiliano Allegri a la dirección técnica en un momento tan precario por la
marcha de Conte no fue bien vista por los seguidores acérrimos de la
institución de Turín puesto que sus pragmatismos tácticos y falta de
pergaminos, a excepción de aquel título de Serie A con el Milán en el 2.011, no
parecían ser lo más recomendable para una hinchada que exigía, que clamaba, por
una actuación notable a nivel europeo. Ya no se trataba de dominar en Italia –que
eso ya lo habían demostrado de sobra-; se trataba de dominar en Europa una vez
más, como lo hizo esa gran Juventus de Zidane, Davids, Del Piero y otros más en
la segunda mitad de los 90s. Para la
sorpresa de muchos, Allegri ha sabido mantener el balance establecido por Conte
y ha logrado que los jugadores se mantengan concentrados en la batalla por los
tres títulos siendo la última esperanza de una liga que ha caído en desgracia
en tiempos recientes y que necesita una victoria europea al contemplar que su
líder es el primer semifinalista italiano desde aquel Inter de Mou que acoté al
comienzo de la entrada. Y es que con Madrid, Barcelona y Bayern en la
contienda, es difícil recordar que este plantel bianconeri está de cómodo líder en la Serie A, en la final de la
Coppa Italia y en las ya mencionadas semifinales de la competición de clubes
más grande del mundo contra el campeón defensor, el Real Madrid. Por diferentes
motivos (falta de medios que los publiciten; no tener jugadores mediáticos; el
bajo nivel de la repercusión de la Serie A o por el mismo grado de dominación
de los otros tres equipos en los últimos años), la Juventus es vista como el “corderito”
de la eliminatoria y que no representan más que un escollo para el equipo
merengue para llegar a Berlín a defender su título. Pero la historia nos
demuestra que la Juventus suele defenderse en estos momentos en donde tienen
todo en contra porque a un equipo italiano le encanta ir de víctima y puede llegar a ser una repetición de
aquella semifinal de Champions de 2.003 donde la Juve eliminó al Madrid de los Galácticos de Zidane, Ronaldo y Figo con
un gol de Pavel Nedved que acabó con la eliminatoria y con la carrera de
Fernando Hierro mediante una corrida bestial. Doce años después, la
Juventus debe hacer gala del mismo ímpetu para pasar de ronda.
La Juve es un equipo pragmático
que práctica un fútbol que no escatima en medios para conseguir el resultado
deseado y luego defenderlo a toda costa. Son, para todos los efectos, el
ejemplo arquetipo de un equipo italiano: una defensa sólida y dura; un
mediocampo que circula entre el talento y la crudeza para recuperar; y un ataque
donde impera la creatividad de sus ataques –predominantemente, la del argentino
Carlos Tévez, quien está viviendo el mejor momento de su carrera y es sin
dudarlo el jugador más peligroso de la Juventus. Como todo buen equipo de su país, cuentan con una plétora de defensores
italianos de carácter recio y peleador en Chiellini, Bonucci y Barzagli
como los primeros protectores del legendario Gianluigi Buffon en la portería,
quien todavía se mantiene vigente y debe de ser el más extasiado por conseguir
ese título que le ha sido esquivo durante tantos años. El líder de la Serie
A posee la flexibilidad táctica para cambiar de línea de tres en la defensa
-enpartidos donde se les exige ser más conservadores- a una línea de cuatro
-para presentaciones donde pueden dominar con mayor facilidad-; en ambos casos, el
sacrificio y trabajo de los laterales/carrileros, Patrice Evra y Stephan Lichtsteiner,
es imperativo para salvaguardar las bandas y atacar con criterio para un equipo
que no cuenta con extremos suficientes para aportar mucho por los costados y se
basa en la creatividad de su mediocampo para generar oportunidades en el
ataque. Su mediocampo es, a mi criterio,
el mejor aspecto del equipo: guiados en el medio por ese metrónomo perfeccionista
y artístico que es Andrea Pirlo, jugadores como Arturo Vidal o Claudio
Marchisio tienen un mayor grado de libertad para moverse por la cancha en una
función de box to box, como se les
dice en Inglaterra, en un esfuerzo para recuperar balones, atacar y
posicionarse de mejor manera para recibir pases. Un poco más adelante,
serán jugadores como Paul Pogba, quien tal vez se pierda la eliminatoria
completa a causa de una lesión, y Roberto Pereyra quienes se encarguen de
asistir a Tévez, Morata y/o Llorente y suponer un desahogo ofensivo cuando
éstos se hallen marcados o en posiciones desfavorables durante el partido.
Con el más que posible
retorno de Gareth Bale y Karim Benzema, sin mencionar el regreso de Marcelo por
suspensión, la Juventus deberá realizar dos partidos con mucho sacrifico,
trabajo en equipo, concentración y austeridad para poder hacerse con el pase a
la final. El Real Madrid es un equipo que no se basa en la dominación del
partido durante los noventa minutos; son ráfagas vertiginosas e incendiarias de
ataques con jugadores de primer nivel como Cristiano Ronaldo, Isco o los ya
acotados para capitalizar incluso en partidos donde tal vez sólo tuvieron tres
oportunidades de gol y convirtieron dos. Habiendo dicho eso, es importante que
los italianos se mantengan enfocados en el área defensiva para no encajar goles
en su casa y puedan servir de soporte para ir hacia arriba. El fútbol de ataque de la Vecchia Signora en esta competición se
ha basado en la efectividad y en ser clínicos y aquí deberán subir aún más esas
cuotas para pasar puesto que es poco probable que ésta sea una eliminatoria en
la que tengan muchas oportunidades de cara al arco y Tévez y Morata deberán
estar en su día para anotar las pocas chances que ostenten. Doble partido
de bastante complejidad para los laterales/carrileros que deberán enfrentarse a
jugadores como Cristiano y Bale con el apoyo de sus respectivos laterales, Marcelo y Carvajal, mientras que dos de los medios del Madrid, Isco y James
Rodríguez, gustan de tirarse a los costados. La clave estará en que Allegri sepa explotar la supremacía de su ridículamente
talentoso mediocampo frente a jugadores como Kroos y un posible Sergio Ramos de
mediocentro –al parecer, Ancelotti ha perdido la fe con los Illarramendi, Khedira
y/o Lucas Silva- para que a los atacantes madridistas no se les dé abasto;
también deberán mantener en jaque a James para que no provee con balones a su
socio, Cristiano Ronaldo, que mete tres goles con dos oportunidades,
prácticamente. En un resumen para no aburrirlos con tácticas: la Juventus
tiene que seguir operando con el pragmatismo que han ejecutado en el torneo
hasta ahora, pero el éxito en su clasificación se basará en la solidez defensiva
y capitalizar sus ataques, que les aseguro que no van a ser muchos.
Ésta es una oportunidad
de oro para la Juventus y para todo el Calcio italiano para retomar viejas
sensaciones de las noches mágicas de Champions. Hay quienes han dicho que les ha tocado el rival más duro o que ellos
son el rival más fácil; pero la realidad es que los campeones se muestran en
las horas más oscuras y ganan en los momentos en los que nadie apuesta por
ellos. Éste es el momento en el que el gigante italiano deberá sacar la
casta de equipo grande y mostrar la personalidad que han ostentado en los
últimos tiempos en la Serie A para eliminar al campeón y poder dar la sorpresa
en Berlín… cuando eso no debería ser una sorpresa en absoluto. En una era de equipos grandes, la Juventus ha encontrado una
alternativa a fichar figuras mundiales por precios astronómicos: fichar a
jugadores talentosos mediante precios accesibles y darles una segunda
oportunidad, como a Tévez, Evra y Pirlo que eran meros descartes de sus
equipos; apostar por la juventud de los Vidal, Pereyra, Morata o Pogba; y crear
una base jugadores oriundos del país con Buffon, Chiellini, Bonucci, Barzagli,
Marchisio y el propio Pirlo como baluartes en el once inicial. Les ha tocado una cruzada
muy complicada; pero los italianos son los maestros en dar batacazos y rara vez
sus triunfos a nivel internacional han sido llegando de favoritos. Aquí valdrá
mucho la experiencia de jugadores curtidos en las últimas instancias de la
competición como la que poseen Buffon, Pirlo, Evra o Tévez; es aquí donde se
demuestra la personalidad de jugadores ascendentes como Vidal, Morata o Pogba
para dar la cara en la que debería ser una eliminatoria histórica; y aquí es
donde impera la ambición de un entrenador para marcar una diferencia en el
momento más álgido de la temporada. Es matar o morir para la Juventus.
La Vecchia Signora es la última esperanza del Calcio luego de
temporadas paupérrimas y decepcionantes a nivel europeo; en los hombros de
estos jugadores descansa la gloria oxidada y pretérita de incontables
generaciones ganadoras de tan selecto país futbolero. Al final del día, son éstos los partidos por los cuales un jugador se
dedica a esto y conceptos tan trillados como los de que un futbolista juega por
la fama, dinero o mujeres son lanzados por la ventana –esto se trata de honor,
gloria y sacrificio. El Real Madrid sabrá que tienen las cartas a su favor
y los recursos para eliminar a la Juventus; pero también deberán saber que se
enfrentarán a todo un movimiento futbolístico que necesita de una victoria. Es en
estas noches mágicas donde se escriben las más grandes historias. ¿Podrá la
Juventus escribir su nombre con letras de oro este año en la UEFA Champions League? Tienen 180 minutos para
demostrarlo.